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Sunday, July 2, 2017

"En Perú el sueldo mínimo es de hambre y mayoría de empresas ni siquiera paga ese salario"

"En Perú el sueldo mínimo es de hambre y mayoría de empresas ni siquiera paga ese salario"


El siempre frontal César Hildebrandt resume en su columna 'matices' de esta semana al Perú actual con una crudeza necesaria y justa. Lo ocurrido en la galería Nicolini de Las Malvinas en el Centro de Lima ha sido una muestra notoria y sin tapujos de la informalidad en que está sumida el país, y el periodista lo describe con un dolor que solo puede provenir de un amor sincero por la patria.

Hildebrandt inicia su columna con la infamia laboral descubierta con el incendio en Las Malvinas: "Los encerraban y los obligaban a orinar en envases y a no defecar. Les abrían el contenedor media hora para que comieran algo que debían comprar con sus propios centavos. Su trabajo, de 10 horas continuas, consistía en borrar con una lija la marca china de los fluorescentes y poner un cintillo que decía 'Philips'".

A continuación el periodista declara con todas sus letras que este Perú, el Perú de Las Malvinas, "es el Perú que reinventó Fujimori. Es el mundo de los emprendedores elogiados por la prensa. Es el país donde no hay ley que no pueda ser burlada ni canalla que no pueda encumbrarse ni autoridad que no pueda ser seducida por la corrupción ni juez que no esté bajo sospecha".

Hildebrandt refiere además, con sarcasmo, el horror mostrado al unísono por la sociedad ante lo ocurrido en la galería Nicolini. "-¡Qué horror! –dicen los que fingen recién enterarse... Como si no supieran que en Perú el sueldo mínimo es de hambre y que en la mayoría de las empresas medianas y pequeñas ni siquiera pagan ese salario. Como si no supieran que para el grueso de los peruanos el trabajo es una maldita condena que roza la esclavitud. Como si no supieran que la informalidad abarca al 70% de nuestra PEA y que el Estado se hace el de la vista gorda reduciendo aún más sus funciones fiscalizadoras".

Asimismo, el periodista exhorta a no limitar nuestra indignación a lo ocurrido en la galería Nicolini del Centro de Lima. "Dos pobres muchachos esclavizados han muerto en Las Malvinas. Qué bien que nos indignemos. Pero ¿qué hay de los peruanos que mueren por falta de medicamentos en el sistema público de salud? ¿Y del 46% de niños anémicos y, por tanto, propensos a enfermarse? ¿Y de los que venden caramelos en los semáforos y, según el INEI, ya no son ni desempleados ni pobres? ¿Y de los que siguen sin agua potable ni desagüe en sus casas? ¿Y de los 200,000 jóvenes que buscan trabajo inútilmente cada año?"

César Hildebrandt cuestiona a continuación la "huachafería" por creer que somos un país camino al desarrollo: "Nos sentimos en la gloria imaginaria de un país 'de ingresos medios camino al desarrollo' –huachafería dixit– y, de pronto, una azotea con talleres hechos de contenedores, un 'sky room' donde peones de veinte soles al día hacen pasar como holandeses los tubos de neón que fabrican otros esclavos chinos, unos pisos aéreos subrepticios, de pronto, digo, se vuelven llama invencible y bomberos sin trajes adecuados y con mangueras rotas y es allí que, entonces, otra vez, quedamos al desnudo: un triste país que se jacta de comer rico y de haber heredado, para el turismo y los feriados, ruinas de culturas que nunca respetó".

Finalmente, Hildebrandt señala, con una crudeza necesaria y justa, "qué difícil es ser peruano y no morir (axiológicamente) en el intento. Qué difícil es amar al Perú. Qué difícil es no despreciar su vanidad idiota, el salvajismo de sus hábitos sociales, su poco respeto por el prójimo, su carencia de ciudadanía. Qué difícil es amarte, país nuestro. Pero se te ama. Y esa es fuente de todas las neurosis".

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