Aclamada como el funeral de la influencia de Washington en la región, la cumbre presidencial que se realizará este fin de semana en Caracas dará a luz a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), un ambicioso club continental al que Canadá y Estados Unidos no están invitados.
Pero diferencias entre los 33 países que estarán presentes podría aguarle la fiesta a los planes del presidente Hugo Chávez de forjar un bloque continental antiimperialista que enfrente a Estados Unidos en las Américas; y la falta de una visión compartida podría condenar a la naciente comunidad a correr la misma suerte que los fracasados proyectos integracionistas del pasado.
“Esta noción de que se puede crear una organización simplemente para que sea antiestadounidense no parece ser algo viable o sostenible por un periodo significativo de tiempo”, afirmó Dan Restrepo, asesor especial de la Casa Blanca en Asuntos de América Latina, en una reunión con periodistas de El Nuevo Herald y The Miami Herald.
“Más allá de la retórica, las pruebas del éxito [de la cumbre] van a ser sus logros; si alcanza algo concreto para mejorar las vidas de la gente en las Américas […] No he dedicado mucho tiempo a mirar la agenda de esta reunión –no nos invitaron– pero no me es claro cómo esta reunión va a alcanzar eso”, sostuvo.
Chávez y otros de los mandatarios de la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) se han referido a la cumbre que tendrá lugar el viernes y el sábado en Caracas, como el inicio de una nueva era de unidad latinoamericana que sería impulsada por la naciente comunidad regional.
Ese bloque en primera instancia fomentaría la integración de la región, pero también pretende asumir las funciones de la alicaída Organización de Estados Americanos (OEA).
“La OEA es lo viejo, un espacio que fue manipulado, dominado por Estados Unidos (…) mellado por los viejos”, mientras que “la CELAC nace con un espíritu nuevo, como un arma de integración política, económica y social”, dijo Chávez poco después de recibir en Caracas a su par brasileña, Dilma Rousseff.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa coincidió. “Necesitamos algo nuevo, algo nuestro, y tenemos mucha esperanza en que este nuevo foro probablemente pueda reemplazar incluso a la OEA”, expresó esta semana.
La retórica antiestadounidense también fue repetida por esta semana por distintos voceros latinoamericanos, en momentos en que los jefes de Estado y de Gobierno de 33 países, así como sus cancilleres, altos funcionarios y los jefes de múltiples organizaciones multilaterales comenzaban a viajar a Caracas.
“No queremos ser más patio trasero de nadie. Las políticas de América Latina las resuelven los latinoamericanos y eso es un avance extraordinario”, aseveró el secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), Carlos Álvarez.
“Por primera vez, América Latina, Suramérica y el Mercosur se empiezan a constituir como un actor, no como objeto de una historia, sino como sujetos de un devenir y una intención de construir una globalización con rostro humano y mas justa”, añadió.
Pese a que su nombre la declara como Comunidad, expertos mostraron temores de que la nueva organización sea una más de tantas instituciones que han sido creadas en América Latina para fomentar la integración regional.
“Hay una epidemia latinoamericana de organizaciones alfabéticas, Aladi, la OEA, Unasur, CARICOM, el Pacto andino, y ahora esta […] ¿Hasta cuando? Deberíamos enseriarnos”, comentó Luis Lauredo, ex embajador de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos
“Cualquier iniciativa que llegue a la integración económica, y ojala en algún momento medio política de America Latina, yo la aplaudo. Sin embargo, el récord habla por si mismo. Desde 1810, se viene gestando la integración latinoamericana y aún no se ha conseguido”, subrayó.
Pero los observadores no podían dejar de enfatizar el claro tinte antiestadounidense que rodea el evento.
“El hemisferio está dividido y en realidad no es sorprendente que algunos líderes intenten utilizar al CELAC como un instrumento para separar a la región de Estados Unidos, pero esa no es una noción ampliamente compartida”, declaró Cynthia Arnson, directora del programa de América Latina del Woodrow Wilson International Center.
De hecho, muchos países ven en Estados Unidos un importante socio comercial y no estarían dispuestos a acompañar a Chávez en su propósito de crear un bloque regional antiimperialista.
El ex canciller venezolano Armando Durán dijo que será muy interesante ver lo que los mandatarios terminarán firmando en la clausura del evento.
“Tendremos que esperar a que se acabe la reunión y escuchar lo que van a decir […] Aquí van a estar todos los presidentes, excepto la presidenta de Costa Rica, en un evento que fue organizado por el gobierno [venezolano] como una especie de coronación continental para Chávez y de su propósito de crear una región antiimperialista”, comentó Duran.
“Pero también viene gente muy disímil de los principios del ALBA, como [el presidente chileno] Sebastian Piñera y [el presidente Felipe] Calderón de México, de modo que habrá que esperar y ver qué es lo que terminan firmando. Pero desde ya este evento se ve bastante interesante”, expresó
Pero diferencias entre los 33 países que estarán presentes podría aguarle la fiesta a los planes del presidente Hugo Chávez de forjar un bloque continental antiimperialista que enfrente a Estados Unidos en las Américas; y la falta de una visión compartida podría condenar a la naciente comunidad a correr la misma suerte que los fracasados proyectos integracionistas del pasado.
“Esta noción de que se puede crear una organización simplemente para que sea antiestadounidense no parece ser algo viable o sostenible por un periodo significativo de tiempo”, afirmó Dan Restrepo, asesor especial de la Casa Blanca en Asuntos de América Latina, en una reunión con periodistas de El Nuevo Herald y The Miami Herald.
“Más allá de la retórica, las pruebas del éxito [de la cumbre] van a ser sus logros; si alcanza algo concreto para mejorar las vidas de la gente en las Américas […] No he dedicado mucho tiempo a mirar la agenda de esta reunión –no nos invitaron– pero no me es claro cómo esta reunión va a alcanzar eso”, sostuvo.
Chávez y otros de los mandatarios de la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) se han referido a la cumbre que tendrá lugar el viernes y el sábado en Caracas, como el inicio de una nueva era de unidad latinoamericana que sería impulsada por la naciente comunidad regional.
Ese bloque en primera instancia fomentaría la integración de la región, pero también pretende asumir las funciones de la alicaída Organización de Estados Americanos (OEA).
“La OEA es lo viejo, un espacio que fue manipulado, dominado por Estados Unidos (…) mellado por los viejos”, mientras que “la CELAC nace con un espíritu nuevo, como un arma de integración política, económica y social”, dijo Chávez poco después de recibir en Caracas a su par brasileña, Dilma Rousseff.
El presidente ecuatoriano Rafael Correa coincidió. “Necesitamos algo nuevo, algo nuestro, y tenemos mucha esperanza en que este nuevo foro probablemente pueda reemplazar incluso a la OEA”, expresó esta semana.
La retórica antiestadounidense también fue repetida por esta semana por distintos voceros latinoamericanos, en momentos en que los jefes de Estado y de Gobierno de 33 países, así como sus cancilleres, altos funcionarios y los jefes de múltiples organizaciones multilaterales comenzaban a viajar a Caracas.
“No queremos ser más patio trasero de nadie. Las políticas de América Latina las resuelven los latinoamericanos y eso es un avance extraordinario”, aseveró el secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), Carlos Álvarez.
“Por primera vez, América Latina, Suramérica y el Mercosur se empiezan a constituir como un actor, no como objeto de una historia, sino como sujetos de un devenir y una intención de construir una globalización con rostro humano y mas justa”, añadió.
Pese a que su nombre la declara como Comunidad, expertos mostraron temores de que la nueva organización sea una más de tantas instituciones que han sido creadas en América Latina para fomentar la integración regional.
“Hay una epidemia latinoamericana de organizaciones alfabéticas, Aladi, la OEA, Unasur, CARICOM, el Pacto andino, y ahora esta […] ¿Hasta cuando? Deberíamos enseriarnos”, comentó Luis Lauredo, ex embajador de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos
“Cualquier iniciativa que llegue a la integración económica, y ojala en algún momento medio política de America Latina, yo la aplaudo. Sin embargo, el récord habla por si mismo. Desde 1810, se viene gestando la integración latinoamericana y aún no se ha conseguido”, subrayó.
Pero los observadores no podían dejar de enfatizar el claro tinte antiestadounidense que rodea el evento.
“El hemisferio está dividido y en realidad no es sorprendente que algunos líderes intenten utilizar al CELAC como un instrumento para separar a la región de Estados Unidos, pero esa no es una noción ampliamente compartida”, declaró Cynthia Arnson, directora del programa de América Latina del Woodrow Wilson International Center.
De hecho, muchos países ven en Estados Unidos un importante socio comercial y no estarían dispuestos a acompañar a Chávez en su propósito de crear un bloque regional antiimperialista.
El ex canciller venezolano Armando Durán dijo que será muy interesante ver lo que los mandatarios terminarán firmando en la clausura del evento.
“Tendremos que esperar a que se acabe la reunión y escuchar lo que van a decir […] Aquí van a estar todos los presidentes, excepto la presidenta de Costa Rica, en un evento que fue organizado por el gobierno [venezolano] como una especie de coronación continental para Chávez y de su propósito de crear una región antiimperialista”, comentó Duran.
“Pero también viene gente muy disímil de los principios del ALBA, como [el presidente chileno] Sebastian Piñera y [el presidente Felipe] Calderón de México, de modo que habrá que esperar y ver qué es lo que terminan firmando. Pero desde ya este evento se ve bastante interesante”, expresó
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