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Friday, June 26, 2015

Policía desbarata mafia que invadía y traficaba terrenos del Estado

Policía desbarata mafia que invadía y traficaba terrenos del Estado

En Lima. Organización criminal era dirigida por Ricardo Luyo, un sujeto de 40 años que era intensamente buscado por la policía. Cayó con dos cómplices que operaban desde Punta Hermosa hasta Pucusana. Tenían armas, dinero y documentos. En Cieneguilla lo han venido haciendo desde 1982, el principal corruptor sigue con sus tentáculos en mi propiedad y no se le puede hacer nada por que fue un Narco-Policía general en jefe además es Gran Maestro Masón, corrupto y usa testaferra, pero como los jefes de la policía corrupta, la fiscalía y el alcalde son cobardes y se venden al mejor postor se cagan de miedo de hacer cumplir la justicia, de chocar con el poder detrás del poder del lavado de activos, del crimen organizado por eso no hacen ni mierda, para concha todos los pendejos de la política peruana están coludidos, le compran al traficante de tierras a precio de huevo y sin títulos, esperando que todo prescriba en el limbo judicial de más de 26 años, con la pendejada de "venta a terceros de buena fe" y esperarán que salga Orellana de la cana o sus aliados sigan tramitando el fraude y la estafa, coimeando a todo el mundo con el dinero del lavado de activos, del tráfico de influencias, de la minería ilegal,  para que les den sus títulos de propiedad de todas las tierras usurpadas de mi padre con los agentes del alanismo en el poder judicial, los "compañeros" de la SUNARP y de COFOPRI pero a estos hijos de mil PTS no los voy a dejar en paz hasta que me devuelvan mis tierras, poco a poco van cayendo ya hay 6 en la cárcel, faltan unos cuantos y el chancho mayor quien es el que se beneficia del tráfico de tierras con sus testas, mientras tanto seguimos secuestrados, extorsionados, invisibles, sin recibir protección ni justicia, sin nuestro patrimonio, sin garantías...Pero ya falta poco.
Cabecilla. Ricardo Luyo Quijano, ‘Ricky’ o ‘Barny’, es sindicado por la policía como líder de una mafia de traficantes de terrenos en el sur de Lima.
Cabecilla. Ricardo Luyo Quijano, ‘Ricky’ o ‘Barny’, es sindicado por la policía como líder de una mafia de traficantes de terrenos en el sur de Lima..
Óscar Chumpitaz
Era uno de los traficantes de terrenos más buscados por la policía. Ricardo Luyo Quijano (40) fue capturado ayer cuando pretendía ingresar a una extensa propiedad del Ministerio de Defensa y de la Superintendencia de Bienes Nacionales, en Punta Negra. Lo detuvieron en una camioneta, con armas de fuego, municiones, droga, cuadernos con una lista de personas, números de cuentas bancarias y dinero en efectivo.
 
El jefe de la Región Policial Lima, general PNP Salvador Iglesias, dijo que con este individuo fueron detenidos sus cómplices José Abanto Neciosup (45) y Luis Delgado Céspedes, de 30 años.
 
“Los tres registran un amplio prontuario por delito de usurpación agravada, tráfico de drogas, contra el patrimonio y otros delitos”, indicó el oficial. También confirmó que Luyo Quijano, a quien llaman ‘Ricky’ o ‘Barny’, es el cabecilla de una organización criminal quepretendía invadir terrenos del Estado en esa zona ubicada a 48 kilómetros al sur de Lima, así como en el norte y este de la ciudad.
CON ARMAS Y DINERO
Los tres sujetos se desplazaban en una camioneta 4x4 con matrícula C4B-768. A las 10 de la noche del martes pretendieron ingresar en forma violenta –por la tranquera principal– a un terreno del Ministerio de Defensa que da acceso a los cerros Catry, Jime, El Arenal y Lomas Tocto.
 
El personal de seguridad alertó a los agentes de la comisaría de Punta Negra y de inmediato se puso en ejecución el plan de operaciones Cerco 2015 que permitió la captura de los cabecillas de esta mafia de usurpadores.
 
En la camioneta en la que se desplazaban se encontró una pistola con dos cacerinas abastecidas, una escopeta Maverick de serie MV5263R, 47 municiones calibre 9 mm, 35 cartuchos para escopeta y envoltorios con droga. Los investigadores dijeron que Ricardo Luyo Quijano llevaba también S/. 10,000 y US$ 700 en efectivo.
S/. 10 MIL POR LOTE
Asimismo, el coronel Alfredo Vildoso Rojas, jefe de la División Territorial Sur 3, señaló que a estos traficantes de terrenos se les abrirá una investigación por lavado de activos.
Explicó que al menos habían estafado a unas 1,500 personas. “Les vendían lotes por 10 mil o 15 mil soles. Los pagos eran en partes. Pero como muchas personas no se acercaban a los terrenos usurpados los volvían a comercializar. A veces un lote era vendido a tres y hasta cuatro familias”, dijo.
 
De acuerdo a la documentación incautada, esta mafia pretendía invadir más predios del Estado en otras jurisdicciones del sur de Lima, desde el kilómetro 40 hasta el 57 de la Panamericana Sur.
Las zonas de San Bartolo, Punta Negra y Punta Hermosa se constituyen en áreas de gran interés. Las mafias organizadas hacen de las suyas y, en muchos casos, actúan con el silencio cómplice o el desinterés de las autoridades municipales.
HABRÍA CUATRO MAFIAS
Mauricio Quiroz, dirigente del centro poblado Santo Domingo-Lomas Tocto, denunció que de manera concertada malas autoridades y empresarios privados se han adueñado de terrenos, y valiéndose de falsas escrituras los han inscrito en registros públicos al mismo “estilo Orellana”.
 
Según dijo, esto es lo que ha sucedido con el territorio de la comunidad campesina de Cucuya que puede perder cerca de 1.250 hectáreas. El caso es investigado por un grupo especial de la Dirección de Investigación Criminal. Solo en el sur estarían operando cuatro mafias de traficantes.


La región secuestrada

El asesinato de Ezequiel Nolasco demuestra que el Estado debe tomar decisiones extraordinarias para combatir la alianza entre la política y el crimen organizado en Áncash.
Editorial: Zona liberada
Ricardo Uceda
En cierto modo, el asesinato del ex miembro del Consejo Regional de ÁncashEzequiel Nolasco estaba cantado. Lo habían querido matar en Chimbote el 20 de julio del 2010, cuando recibió cuatro balazos en el cuerpo. En el ataque falleció su hijastro, Roberto Torres, de 24 años. Encaró a uno de los asesinos y recibió un tiro mortal.

En el hospital, convaleciente, Nolasco culpó al presidente regional César Álvarez de haber intentado asesinarlo. En ese momento Álvarez estaba de licencia —para hacer campaña por su reelección— y Nolasco, como líder de los opositores, se proponíaanular obras ya licitadas por 840 millones de soles, con el argumento de que hubo sobrevaluación.  Dentro del consejo tenía mayoría suficiente para hacerlo. El móvil que Nolasco atribuía a Álvarez es que necesitaba matarlo para evitar la anulación de los contratos.

Ocho días antes de que Nolasco y su hijastro fueran baleados, José Sánchez Milla, el consejero regional que reemplazaba a Álvarez, vale decir el presidente regional interino, había sido asesinado en las inmediaciones de Trujillo. Sánchez Milla también se oponía a las obras contratadas por Álvarez, y estaba en entendimiento con Nolasco para anularlas.

Ambos crímenes, cometidos en el mismo mes, contra opositores al gobierno regional y a través de delincuentes comunes, pasaron a agrandar la leyenda negra de Álvarez.Él ha negado enfáticamente cualquier relación con las muertes. Entre otros dichos sostuvo que no iba a ser tan tonto de encargar asesinatos en plena campaña electoral. Por otra parte, ninguna prueba lo afecta directamente. Pero las investigaciones oficiales  fueron realizadas defectuosamente, con un desprecio impúdico hacia las víctimas. La duda ha quedado flotando en el ambiente y acompaña a Álvarez donde quiera que vaya.

Por entonces el presidente regional empezaba a acumular numerosas acusaciones por irregularidades administrativas, cubriendo prácticamente todos los tipos penales aplicables. Cuatro años después, libre de polvo y paja, se culpa a Álvarez de tener bajo su influencia al Ministerio Público y al Poder Judicial de la región. Se culpa a esta influencia del fracaso de la investigación de un caso emblemático, denominado La Centralita, vinculado a operaciones políticas encubiertas. El poderoso control de Álvarez sobre el mundo estatal y civil que lo rodea, incluida buena parte de la prensa regional, proyecta sobre la autoridad una imagen mafiosa.

Diez días después del asesinato de Sánchez Milla, la policía acusó a delincuentes comunes de cometerlo. El general Eduardo Arteta, por entonces jefe policial de Trujillo, presentó como autor material a Oswaldo Ponce, a quien se le encontró el arma que disparó contra la autoridad. «Queda demostrado científica, fehaciente y metodológicamente que este homicidio es producto de un asalto en la carretera y que no tiene un trasfondo político como algunas hipótesis señalaban», dijo. Pero dos años después el Poder Judicial liberó a Ponce por falta de pruebas, acusando a la policía y al Ministerio Público de una actuación deficiente. El casquillo de la bala que hirió mortalmente a la víctima recién fue recogido una semana después de los hechos. La Fiscalía no estuvo presente en importantes diligencias. Aunque la causa sigue abierta, el asesinato está impune. La viuda de Sánchez Milla, contratista del Gobierno Regional, no parece muy interesada en seguir en la pelea.

En el segundo atentado la actuación de los jueces y fiscales adquirió proporciones de escándalo. La policía identificó a los delincuentes que dispararon contra Ezequiel Nolasco y su hijo e incriminó al supuesto autor intelectual: el alcalde de la Municipalidad Provincial del Santa, Luis Arroyo. Es el principal socio político de Álvarez en Áncash, dirigente del mismo partido. Fue comprobado que entre los delincuentes y la autoridad se intercambiaron múltiples llamadas telefónicas antes, durante y después del atentado, no lejos del escenario. Se reconstruyó el plan del asesinato y las responsabilidades de cada cual. Hilda Saldarriaga, conviviente de uno de los acusados, brindó un testimonio concluyente.

Saldarriaga dijo que presenció las coordinaciones entre su conviviente, Arnaldo Ordinola Muñoz, alias “Nayo”, con quienes organizaron el atentado. Uno de los implicados trabajaba en el serenazgo de la municipalidad que dirigía Arroyo. La mujer sostuvo haber escuchado que era un trabajo encargado por el alcalde. En un video que registró sus declaraciones se aprecia a Saldarriaga declarando espontáneamente, mientras hace beber de un biberón a su hijo en brazos. En un momento expresa temor, y el fiscal Lorenzo Melgarejo la tranquiliza:
—No se preocupe. Usted va a estar protegida.

A los pocos días el video salió a la luz pública y la testigo quedó expuesta ante los asesinos. Cambió su versión. A partir de este cambio el Ministerio Público apartó de la investigación a Arroyo. En julio del 2013 Saldarriaga fue asesinada de siete balazos en su casa, mientras dormía. La policía aún no identifica a los autores.

El asesinato logró su cometido: Saldarriaga no se presentó en el juicio oral. En enero del 2014 los jueces de la Sala Liquidadora de la Corte Superior de Justicia del Santa solo sentenciaron a Edison Torres Corso, alias “Chilipino”, el autor de los disparos, dejando en libertad a Alexis Reyes, Arnaldo Ordinola,  Jaime Sánchez y Alberto Palacios, el que tenía vinculación con la municipalidad.

Nolasco presentó una queja contra el fiscal superior Romel Paz, porque fue él quien apartó a Arroyo del proceso pese a las evidencias. Antes Nolasco había intentadorecusar infructuosamente a los tres miembros de la Sala Penal Liquidadora: Linda Vanini, Eloy Sotelo y Roma Cruz. En octubre del 2012 todos ellos habían asistido, en San Diego, Estados Unidos, al curso “Técnicas Avanzadas de Contradicción”, con gastos pagados por el Gobierno Regional de Áncash en virtud de un convenio con el Poder Judicial de la jurisdicción. Lo cual tiene que ver con el lado más grave del problema.

Existen numerosos indicios de que la actuación del Ministerio Público en Áncash está parcializada en favor del presidente del Gobierno Regional. Al punto que por dicha actuación el propio Fiscal de la Nación, José Antonio Peláez, está siendo investigado en el Consejo Nacional de la Magistratura. Lo mismo puede decirse del Poder Judicial. Doce de sus miembros en Áncash están en un conflicto de interés por un convenio con la autoridad regional que por un lado financió su capacitación y por otro los predispuso en favor de su benefactor, César Álvarez.

Esta situación fue denunciada en Lima por Ezequiel Nolasco, el 4 de febrero pasado. “Áncash está secuestrado”, dijo, en una entrevista con Jaime de Althaus en La Hora N. Cuando se despidió, De Althaus, entre cuyos defectos no está la sensiblería, le dijo: “Cuídese”. Estaba marcado para morir.
 
Ese día por la mañana lo entrevisté largamente en privado, prometiéndole que intentaría buscarlo en Chimbote en las semanas siguientes. Nolasco estabaorganizando su candidatura a la presidencia regional de Áncash y apoyando la revisión por la Corte Suprema del juicio contra los responsables del atentado que sufrió en 2010. A las 5:06 de la tarde el 10 de marzo, cuatro días antes de que fuera asesinado, me llamó desde su celular con número 94911256.

¿Cómo va todo? —preguntó. Le dije que iría a fines de marzo, porque me había pedido un informe la revista PODER.

—Hay nueva información. Hay nueva información —dijo. Y cortó. El diálogo duró solo un minuto y veinticinco segundos.

Su asesinato muestra el colapso de la institucionalidad estatal para investigar la conexión entre el crimen organizado y la política regional en Áncash. Tanto si continúa Peláez al frente del Ministerio Público como si lo sucede Carlos Ramos Heredia —quien pidió la destitución de los fiscales que osaron investigar a César Álvarez— este organismo ha perdido legitimidad, salvo que se produzcan cambios dramáticos en su interior. El Poder Judicial del Santa ya demostró su inoperancia. En las calles de Chimbote la gente pide “intervenir” Áncash, algo que constitucionalmente no es posible. Se impone una investigación suprarregional, que sin los compromisos que han originado la impunidad, encuentre las conexiones entre sicarios,  empresarios mafiosos y autoridades estatales, incluyendo a fiscales y jueces. De lo contrario, pronto habrá un nuevo asesinato político en la región.

Editorial: Zona liberada

Pareciera que Áncash se hubiese vuelto tierra de la mafia

Editorial: Zona liberada
César Álvarez (Archivo El Comercio)

El reciente homicidio de Ezequiel Nolasco, quien se alistaba a ser candidato a la presidencia regional de Áncash, es el último de una cadena de asesinatos de autoridades en esa región. Crímenes que, de hecho, en su mayor parte no han sido esclarecidos y que parecen confirmar que en Áncash prevalecen mafias que habrían logrado controlar a la policía y a la administración de justicia para convertirla en una zona liberada para la corrupción.
Nolasco ya había sufrido un atentado en julio del 2010, ocho días después de que fuera asesinado el vicepresidente regional José Sánchez Milla. Tanto Sánchez Milla como Nolasco habían planteado anular un paquete de inversiones por S/. 840 millones del gobierno regional, percibidas como notoriamente sobrevaluadas. Nolasco sobrevivió luego de recibir cuatro balazos, pero su hijo político fue abatido de una bala en la cabeza por intentar defenderlo. Las investigaciones llevaron a identificar a Luis Arroyo, alcalde de Santa y hombre cercano al presidente regional, César Álvarez, como autor intelectual del crimen, pero la investigación se habría frustrado, pues una testigo clave en el proceso, Hilda Saldarriaga, fue asesinada antes de que pudiera declarar en el juicio oral. 
En Áncash han sido asesinados, además de los mencionados, Luis Sánchez Colona, fiscal provincial de Casma; el delincuente Danny Huamancondor de La Cruz, quien venía siendo investigado precisamente por el asesinato del fiscal Sánchez Colona; Jorge Boyascki Paredes, quien había denunciado la sobrevaloración de la carretera de Motocachi-Jimbe; el periodista Pedro Flores Silva en Casma; el ex alcalde Pedro Tapia Marcelo en Huarmey; y el alcalde provincial de Casma, Lito Montalván Macedo.
Ni siquiera se puede saber si estos casos tienen relación entre sí por la sencilla razón de que el aparato judicial aparentemente también estaría amendrentado. A mediados del año pasado, la fiscal anticorrupción del distrito judicial del Santa, Nancy Moreno, recibió un sobre con una bala de 9 milímetros y una carta advirtiéndole que debían cuidarse ella y su familia. Antes había recibido un arreglo floral fúnebre. Paralelamente, César Álvarez la denunció en diciembre por acoso judicial, pues ella venía investigando algunos casos relacionados al presidente regional (de hecho, según la fiscal, de las 688 denuncias presentadas ante la fiscalía anticorrupción, la mayoría era contra Álvarez). 
El periodista Ricardo Uceda ha señalado que una investigación fiscal a la llamada “Centralita” (local donde el gobierno regional supuestamente realizaba chuponeos y llevaba la relación de periodistas y magistrados sobornados) terminó en el cese o el retiro de ocho fiscales, por disposición del fiscal de la Nación, José Peláez. Uceda infiere que las relaciones de protección a los poderes regionales podrían llegar al más alto nivel. El fiscal provisional provincial de Áncash, José Luis Checa, fue suspendido por Carlos Ramos Heredia, titular de la Fiscalía Suprema de Control Interno, luego de que César Álvarez se quejara de que inspeccionaran su vehículo ante la sospecha de que llevaba dinero para entregarlo a manifestantes con fines políticos. En marzo del año pasado, el fiscal anticorrupción Segundo López Sotelo fue cambiado luego de que reabriera el caso “La Centralita”. Según Uceda, existe una relación especial entre el presidente regional César Álvarez, el fiscal de la Nación José Peláez y el fiscal Ramos Heredia. 
Lo cierto, sin embargo, es que en todo esto las responsabilidades aún no están claras, pero la necesidad de determinarlas es imperante.
José Peláez ha reaccionado y ha nombrado la semana pasada a un nuevo jefe de fiscales en Áncash y la policía ha enviado un equipo especial. Pero ¿cuántos asesinatos han tenido que pasar para que se pase de la connivencia a la acción? 
La solución a estos problemas, por otro lado, no pasa solo por hacer algo con la fiscalía y la policía. Debe, además, reformarse la estructura descentralizada del Estado (diseñada de forma demasiado apresurada e improvisada) para que las mafias no puedan convertir a algunos gobiernos regionales que hoy manejan importantes recursos en jugosos botines. Lo que la descentralización necesita es, finalmente, lo mismo que requiere el gobierno central: mejores mecanismos de control de sus funcionarios.

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