Por Jaime Cabrera Junco
jcabrera@peru21.com
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Usted decía que la huachafería limeña le hacía ‘cagar de risa’ ¿Sigue siendo así?
(sonríe) Sí, aunque cada vez tengo menos contacto con ella. No hago vida social, no me gusta hacerlo. El tiempo que podría considerar libre, en lugar de a un coctel, se lo dedico a mis cuatros nietos. Pero por lo que me entero en las páginas sociales y por televisión veo que la huachafería agarra matices y se hace más barroca.
¿Cómo se refleja esa huachafería?
Tiene mil matices. Por ejemplo, vamos a hablar de cierta huachafería que es la televisiva de señal abierta, que es todo este mundo de vedettes, figurettis y de ‘magalización’. A mí Magaly (el programa de Magaly Medina), dicho sea de paso, me gusta bastante. De estos realities y concursos de baile hay allí todo un discurso de la dignidad -y allí la huachafería es maravillosa – y “pese a quien le pese”, de la doble moral, llena de un lenguaje vacío. Y está también la huachafería de toda la vida. El otro día abrí el periódico y vi una nota donde se hablaba de una condesa peruana que había traducido un libro. ¡Tenemos condesas peruanas! (risas)
¿Y la política peruana también es un cague de risa o es más bien un valle de lágrimas?
Las dos cosas. Yo te confieso, después de viajar tanto – en un alto porcentaje en el interior del país -, he tenido la oportunidad y la suerte de encontrarme con gente de primera, que no es reconocida más allá de su medio inmediato, pero que es muy culta, muy conservacionista y que es honesta. Frente a esto, a mí estos políticos me parecen hojarasca inexistente. Yo no les doy la oportunidad en mi cerebro, porque yo sí creo – en ese sentido soy un optimista -, que toda esa calidad que hay en el interior del país y que también hay en Lima, va a terminar ocupando tarde o temprano el lugar de toda la casta política, sino sería un sinsentido la historia.
Actualmente en los jóvenes hay quizás mucha apatía hacia la política, a diferencia, de la generación de usted por ejemplo
Yo lo que siento en este momento es una cosa muy desagradable en el Perú. Y es que debido a la “bonanza macroeconómica del país”, mucha gente de la clase media para arriba prefiere que en ningún aspecto se hagan olas, porque en ese sería una amenaza para la estabilidad económica o para la seguridad jurídica de las empresas. Hay un neopuritanismo en general, ideológico, nadie se atreve a pensar de manera arriesgada en política. Porque creo que sentimos que esto que nos está cayendo del cielo que es la bonanza económica, no la podemos poner en riesgo y por tanto hay que quedarse callados, no hay que arriesgar nada, no hay que mover mucho el piso, no vaya a ser que se molesten los inversionistas y que se lleven su plata. No me jodan, a mí eso me molesta muchísimo – respondiendo tu pregunta -, desde la perspectiva de mi generación que fue tremendamente audaz.
¿Qué opina de la gestión del presidente Alan García?
Mira, yo creo que García es el gran responsable de un cambio, pero no necesariamente en el buen sentido de la palabra. Porque creo que Alan García lo que está inaugurando en el Perú – sobre todo por una cuestión de política subregional – es un estilo de hacer macroeconomía que ya definitivamente elimina, o pretende eliminar, todos los candados conservacionistas en general. Ya es la inversión, la gran inversión desmadrada sin ningún control, el perro del hortelano famoso. Con una enorme irresponsabilidad porque no está siendo consciente que esta es la principal de la conflictividad social en este momento. A mí personalmente no me entusiasma su crecimiento del PBI basado en lo que está basado.
¿Y el ex presidente Toledo promovió el turismo con sus viajes a Punta Sal (balneario de Tumbes)?
(risas) Ese Toledo. En relación al turismo hizo tanto adefesio, su Royal Tour, por ejemplo. Sin embargo, cómo somos, fíjate y terminamos extrañándolo y te garantizo que Toledo va a ser el siguiente presidente del Perú. Te lo garantizo y, lo peor de todo, es que de repente lo deseo (risas).
¿Qué es lo que a usted más le gusta del Perú?
(Hace una pausa y comienza a pensar en su respuesta) Me gusta mucho el bosque, la sensación del boque,el bosque seco del norte. El bosque costero del norte me fascina, me parece mágico y único en el mundo. El bosque amazónico, el bosque andino alto, el bosque de queñua, el bosque con todas sus connotaciones de conservación de lugar mágico de lugar antiguo. Me gustan los pequeños pueblos con sus dinámicas propias. Me gusta mucho el mar, no el norteño medio tropicaloide, sino me gusta mucho el litoral sureño volcánico, árido, frío, me parece maravilloso. Sobre todo me gusta mucho vivir en un país que es peligroso, que es difícil, donde vivir es complejo, y pasarme la mitad del mes viajando y que nunca me haya ocurrido nada. Eso me parece genial.
¿Y qué es lo que más le disgusta del Perú?
En general sus autoridades. Las autoridades son un desastre y me temo que en muchos lugares las poblaciones se coluden con las autoridades. En esta actitud completamente displicente poco exigente que tú ves, por ejemplo, en la zona del terremoto (en Ica), donde yo no creo que solo sea un tema de que las autoridades se hayan robado la plata o que sean inoperantes, sino que la propia gente es indiferente. Si le dan el bono de seis mil soles lo venden a 4 para chuparse la plata, eso es real desgraciadamente. Yo no entiendo cómo se sigue midiendo la pobreza oficialmente con indicadores como educación, salud, nutrición, mortalidad materno-infantil, cuando en realidad la gente de carne y hueso en el interior del país se sigue sintiendo pobre si no tiene celular, independientemente de que tenga o no desagüe. Se siente pobre si no tiene DVD, independientemente de que sus hijos vayan o no al colegio. Eso a mí me disgusta mucho hay allí un trastoque, mucha fantasía que está afectando a las generaciones futuras.
TIEMPO DE VIAJE (Haga clic aquí para ver el video)
Teniendo en cuenta todo el tiempo que viene viajando, ¿hay algún del Perú al que todavía no haya ido?
Muchos. El Perú es un territorio muy grande, no necesariamente es un territorio de lugares. En el sentido de que hay extensísimas porciones de naturaleza agreste, indómita. Cómo responderte, sin pensar en las extensiones enormes de bosque amazónico a la que no es posible acceder o los mismos andes. En términos proporcionales, digamos que lo que yo he recorrido probablemente es muy poco. Pero yo no veo tanto las cosas de esa manera, sino desde una perspectiva diferente de lo que es el lugar. Para mí viajar no es ir a un lugar, es tener una experiencia, en ciertas circunstancias y en cierto contexto. Por eso – respondiendo tu pregunta-, yo he ido a Lambayeque, no sé 80 o 100 veces en mi vida, pero cada vez es un viaje diferente, por mi actitud mental, por la razón por la que estoy yendo. En algunos casos hay un mayor acento en mi interés por la conservación arqueológica o por visitar a cierta gente, por una experiencia chamánica, por recorrer el bosque o por cabalgar. Entonces, no es un tema de lugares, es un tema de experiencias.
Es decir, usted no piensa en recorrer todo el país, sino que es el tema que condiciona sus viajes
Exactamente. Es el tema, es lo que te motiva a ir, es la invitación que se te hace, que viene ya precargada de un contenido específico. Ahora, por ejemplo, que hay tanta institucionalidad ambientalista, a mí por el programa me invitan a conocer proyectos de reforestación, de manejo de pesca. Vas cambiando constantemente de ángulo aunque vayas al mismo lugar infinidad de veces.
¿Y nunca se cansa de viajar tanto? ¿Alguna vez ha viajado a regañadientes cuando en realidad ha querido quedarse en casa?
Alguna vez, pero no por desgano, sino por un problema de salud, lo que ha sido pocas veces. Lo que sí me da un poco de pereza, sobre todo cuando tengo viajes muy pegados y distintas zonas, es hacer y deshacer maletas. Tienes que deshacerte de un equipaje de verano para hacerte uno de invierno. Eso es medio pesado. Me gustaría tener una asistente para decirle que me haga un equipaje especial para cada viaje.
¿Actualmente los lugares lo eligen a usted? ¿Es decir, ahora lo invitan a visitar un determinado sitio?
Es una buena pregunta. En 10 años, te podrás imaginar cómo ha evolucionado la dinámica de elección de lugares del programa. Al comienzo que no teníamos auspicios y el canal no tenía recursos y los viajes se hacían como se podía. Cada uno de nosotros teníamos que hacer producción y dependíamos mucho de lo que pudiéramos obtener de esa manera. Con el tiempo y como el programa mal que bien ha pegado, ahora es exactamente al revés.
Y de todo lo que usted ha visto en sus viajes, en la costa, ande y amazonía ¿diría que somos un país con varios países en su interior?
Sí y no. Sí, en el sentido, de que yo viajo por el Perú desde mucho antes del programa. Yo viajo desde que era un universitario. Los cambios son extraordinarios. Por ejemplo hace no mucho tiempo, hace 25 años, uno encontraba en cada región una cultura distinta, cerrada muy definida, desde en términos de uso del lenguaje, gastronomía, pasando por la música. En las últimas décadas hay una estandarización del país muy marcada. Las ciudades se parecen cada vez más entre ellas, sobre todo la relación del centro con su periferia debido a las migraciones. El migrante construye ciudades muy parecidas en todo el país, en torno a los centros. Luego, los sistemas de transporte son muy parecidas en el país, todos estos taxis, ticos, mototaxis. Y dos cosas importantísimas: la gastronomía y la música. Paradójicamente vivimos un boom gastronómico donde se reivindican las cocinas regionales, sin embargo, hay una estandarización del pollo a la brasa y la pizza. Y de otro lado, ya escuchas en todo el país la misma música: la cumbia. Quizás, en algunos casos, con más acento en el arpa, pero en esencia es lo mismo.
Estas guías de viaje que usted ha escrito dicen que van más dirigidas a un viajero que a un turista ¿Podría explicarnos por qué?
Ese es mi punto de partida, desde que hago este programa y estoy metido en este tema. Porque creo que el Perú, al igual que otros países, solo para mencionar algunos países de la subregión como Ecuador y Bolivia; incluso Centroamérica, son países que no están destinados a recibir un turismo masivo, tipo sol y playa o compras o casinos, o diversión. Son lugares para un turismo de nicho, sofisticado, culto, en algunos casos fuera de los estándares de la “normalidad turística”. Para mí, la oposición es “turismo es masivo y estandarizado”, versus el “viajero que es muy singularizado y hace el viaje a su medida”, quien no se deja influenciar demasiado por el mensajes de las agencias de turismo o de las versiones oficiales comoPromPerú , sino que buscan su propia verdad en el viaje.
¿Si tuviera que definir al Perú con una frase cuál sería?
Complicado. Tiene una síntesis extraordinaria. Es el Perú entre naturaleza, arqueología, historia, cultura viva, pero a la vez hay una vocación extrañísima por no preservar, sino más bien por depredar, en algunos casos, destruir esa síntesis. La manera cómo están creciendo las ciudades que es paradójica, porque a la vez que te da una especie de homogeneidad de país la destruye.
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