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Monday, June 10, 2013

Montesinos tiene razón

lunes, 10 de junio de 2013

Montesinos tiene razón

Autor: José Barba Caballero
Fuente: Correo
Las razones de Vladimiro

El hecho de que un sujeto sea un delincuente repulsivo, no significa que siempre esté equivocado. Montesinos cree que Fujimori, aun a pesar de su salud deteriorada, no debe recurrir al expediente del indulto y "debe mantenerse firme dando el ejemplo de estar con la moral en alto". Dicho de otra manera, le pide que acepte su destino con hidalguía en la seguridad de que la historia lo absolverá. De esto último no tengo la menor duda. Quien derrotó al terrorismo, encaminó económicamente al Perú y selló la paz con Ecuador, no puede ser relegado de las páginas de la historia. Cierto que hubo excesos, graves excesos que yo y miles combatimos; pero a un estadista, finalmente, se le juzga por sus cumbres, no por sus laderas.

Pero los familiares -es comprensible- nunca piensan en términos de historia. Lo que ellos no saben, es que no necesitan someterse a la indignidad de una súplica, ya que el indulto -con solicitud o sin solicitud- vendrá en unos dos años por poderosas razones: primero, para quitarle impulso a la campaña de Keiko y, en segundo lugar, para ir allanando el camino de un indulto para Antauro. ¿O es que alguien cree que Ollanta se irá del poder dejando preso a su hermano? Si mi presunción está equivocada, desde ahora me voy riendo de los voceros del odio que, sin desearlo, se convertirán en los mayores impulsores de la opción fujimorista. Según la última encuesta de CPI, Keiko tiene un aterrador 36%. Cuando termine esta oclocracia (gobierno de las turbas), el mensaje de una democracia fuerte, de una economía sensata, más el indulto a Fujimori, hasta hace ocioso pronosticar quién ocupará Palacio.

En términos personales, Fujimori está definitivamente derrotado; pero sus herederos sí pueden convertir su derrota en victoria; lo cual dependerá en parte de la dignidad con que Fujimori enfrente su carcelería. En el año 46 a.C., Catón el Joven se suicidó sobre su espada para no darle a Julio César el placer de perdonarlo. Y es que un hombre de honor, incluso ahora, no puede actuar de otra manera. No sé quién dijo lo que voy a transcribir, pero es una buena frase para terminar este artículo: "Antes de rendirme y pedir clemencia, me encerraré en la torre de mi orgullo, y en sus escombros moriré aplastado".

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