Medio millón de personas infectadas en todo el mundo, 22 mil muertos, los sistemas de salud de algunos países en colapso, la parálisis total o parcial de la economía de más de casi dos centenas de naciones, y miedo, mucho miedo en el aire.
Este es el saldo oscuro que la expansión global de la enfermedad llamada covid-19 ha dejado en cuatro meses, del 19 de noviembre de 2019, cuando se registró oficialmente el primer caso de infección, al 24 de marzo de 2020.
Tan dramático cuadro tiene un culpable, con nombre y apellido: el régimen comunista chino.
No me malinterprete. No es xenofobia ni conspiracionismo. No afirmo aquí que el Partido Comunista de China, esa inmensa máquina política comandada por Xi Jinping, haya producido en laboratorio como arma biológica el virus que causa la enfermedad, el SARS-CoV-2.
No. El origen del virus es aún indefinido y podría haber surgido de forma natural. Me refiero a algo más vulgar.
Es hecho ampliamente conocido que el primer brote epidémico aconteció en la ciudad de Wuhan, al sureste de China, y se convirtió en pandemia - enfermedad que se extiende a muchos países de forma simultánea - a causa de la omisión de las autoridades, la ocultación de los hechos y la represión. Se silenció a quienes conocían el problema.
La epidemia podría haberse parado en China, pero la dictadura no lo hizo. Solo avisó a la Organización Mundial de la Salud tardíamente y sin disponibilizar, al principio, toda la información que poseía. Si no frenó el contágio de forma intencional o no, esa es otra historia. La factura - que aún no llegó completa - la paga hoy la comunidad internacional.
Negligencia, omisión, ocultación y represión
Observe la siguiente cronologia. Todos son hechos públicos que ya tuvieron divulgación en la prensa:
El primer caso de la covid-19 se presentó el 17 de noviembre del año pasado El paciente cero sería una persona de 55 años de la ciudad de Wuhan, en la Provincia de Hubei, al sudeste de China continental, con 11 millones de habitantes.
Según datos del gobierno, para el 15 de diciembre el total de personas infectadas con ese tipo de coronavirus era 27; a finales de 2019, 266. El 1 de enero, 381.
En la opinión de los médicos chinos que atendieron el problema, la falta de condiciones sanitarias en un mercado de animales silvestres y mariscos en Wuhan - el Huanan Seafood Wholesale - tuvo capital importancia para el brote del virus.
No había allí ningún tipo de control por parte de las autoridades, que tenían conocimiento de los riesgos que representa a la salud pública un local así.
Un artículo publicado por médicos de Hong Kong en octubre de 2007 en la Clinical Microbiology Reviews, ya alertaba que había reservatório de coronavirus en murciélagos y que el hábito de "comer mamíferos exóticos” en el sur de China era una “bomba de tiempo” que requería atención.
Ninguna medida fue tomada.
Ante el crecimiento del número de enfermos, el 24 de diciembre fueron enviadas muestras del virus a un laboratorio para secuenciación del genoma. El resultado indicó una semejanza de 87% con el coronavirus SARS-CoV, causante del síndrome respiratorio agudo grave (SARS), que aquejó a China en 2002 y, luego, se expandió por el mundo.
Estaban frente a un coronavirus diferente con capacidad de generar otra pandemia.
Las autoridades del partido comunista en Hubei ordenaron que las muestras fueran destruídas y que los resultados del estudio no se divulgaran.
El 30 de diciembre de 2019, el médico Li Wenliang, que trabajaba en la línea de frente en el combate a la epidemia, alertó a otros médicos del del país sobre la enfermedad.
El 3 de enero, Li fue obligado, junto con otros 7 médicos, a firmar una declaración donde reconocía que había “propagado mentiras” mediante “comportamientos ilegales”. El médico murió un mes después infectado por el virus.
Otro médico, Wang Guangbao, reconoce que los comentarios sobre la diseminación de un vírus semejante al que causa el SARS eran constantes en los círculos médicos, pero que la posibilidad de detenciones les disuadía a hablar abiertamente.
Las autoridades del partido y la polícia controlaron las informaciones y trataron la nueva enfermedad como rumor, incluso con el monitoreo de las redes sociales.
El 7 de enero, durante una reunión interna del partido comunista, el presidente Xi Jinping, admitió que sabían de “un nuevo coronavirus”, sin embargo, en publico el régimen defendió que el brote en Wuhan “no era nada parecido con el SARS”.
El 15 de enero aparece el primer caso de ese tipo de coronavirus fuera de China continental: Japón.
Jinping reconoció públicamente la epidemia hasta el 20 de enero. Ese mismo día Corea del Sur informa el primer caso comprobado de infección.
Wuhan fue puesta en cuarentena el dia 23. Demasiado tarde. Mucha gente se había ya movilizado para el resto del país y el exterior con motivo de las vacaciones del año nuevo lunar.
El 27 de enero, el alcalde de Wuhan, Zhou Xianwang, reconoce que no que él y “el camarada Ma Guoqiang”, secretario del Partido Comunista local, “se tardaron en divulgar la información” sobre la epidemia y en hacer algo por causa de la burocracia del Estado.
”Espero que todos puedan comprender que esta enfermedad infecciosa tiene canales especiales de información, de acuerdo con la ley”, dijo.
Ese dia la covid-19 ya está en Europa: Alemania anuncia sus primeros casos. Luego, para el día 31: Rusia Italia e Inglaterra. Ese día Rusia cierra su frontera con China. Hay 10 mil infectados en el mundo y 170 muertos en China.
Hasta ese momento las informaciones del régimen comunista a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a otros países llegaba filtrada y a cuentagotas.
El 4 de febrero desaparecen Fang Bin e Chen Qiushi, que realizaban - cada uno por su parte - videos registrando la situación en los hospitales. Ambos denunciaron también el control de informaciones y la falta de transparecia de las autoridades, en un momento en que estan decían que la situación ya estaba bajo control.
En uno de los videos publicado el dia 1 de febrero, Fang muestra 8 cuerpos en bolsas negras siendo colocados en carro pequeño por funcionarios gubernamentales y pregunta: “¿por que razão eu deveria ter medo de ti, Partido Comunista?”
El 19 de febrero los periodistas Josh Chin, Chao Deng y Philip Wen, del Wall Street Journal son expulsados de China. No son los únicos profesionales que han sufrido restricciones a su trabajo informativo.
El resto de la historia usted la conoce. El 11 de marzo la OMS declaró pandemia de la Covid-19. En ese momento hay 118 mil casos comprobados de infección en 114 países y 4 mil muertos.
Control draconiano y desinformación
No es la primera vez que el régimen comunista chino ejerce un control férreo sobre la información y la deforma, mintiendo abiertamente. En 2002, hizo lo mismo com otro coronavirus que surgió en sus tierras, el SARS-CoV.
El Partido Comunista controla todas las redacciones de periódicos. En una lista de 180 países publicada por Reporters Without Borders, China ocupa el lugar 177 en lo que se refiere libertad de prensa. No hay acceso en el país a la prensa extranjera no autorizada.
El control de la información no se ejerce solo sobre periodistas y medios de comunicación, sino sobre cada ciudadano.
El Partido Comunista Chino cuenta con, por lo menos, 50 mil censores que fiscalizan los contenidos de internet en el país: es el Proyecto Escudo Dorado (o Gran Firewall) , iniciado en 1998. Si, apenas 4 años después de que la internet llegara al país. Por esa via es que se llegó al médico Li Wenliang.
En el país están prohibidos por el gobierno servicios como Gmail, Google, Facebook, Youtube, Wikipedia, Reddit, Instagram, Twitter e WhatsApp. Como el gobierno monitora los aplicativos permitidos, controla todo el contenido online y o el flujo de informaciones. Además de aplicar políticas de desinformación: la manipulación intencional de los datos reales, una 'cultura de la mentira', según el escritor y político checo Václav Havel.
Si no me cree, lea lo que a este respecto dice el filósofo surcoreano radicado en Berlín, Byung-Chul Han, en un artículo publicado en El País. El control informativo en China es total.
No habría pandemia si China no fuera una dictadura
Mario Vargas Llosa, nobel de literatura, escribió el pasado 15 de marzo: “Nadie parece advertir que nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es”.
“Por lo menos un médico prestigioso detectó este virus con mucha anticipación y, en vez de tomar las medidas correspondientes, el Gobierno intentó ocultar la noticia, y silenció esa voz sensata y trató de impedir que la noticia se difundiera, como hacen todas las dictaduras”.
Y cuestiona: “Así, como en Chernóbil, se perdió mucho tiempo en encontrar una vacuna. Sólo se reconoció la aparición de la plaga cuando ésta ya se expandía. […] ¿Lo entenderán de una vez esos insensatos que creen que el mercado libre con una dictadura política, es un buen modelo para el tercer mundo? No hay tal cosa: lo ocurrido con el coronavirus debería abrir los ojos de los ciegos”.
Fue la propia naturaleza del régimen - dictatorial - lo que generó la omisión o negligencia, la represión, la falta de transparencia y políticas desinformación; lo muestra la cronologia que aqui le presenté y lo corroboran las declaraciones del alcalde de Wuhan.
Omisiones, negligencia, represión, falta de transparencia y políticas de desinformación no acontecen en otros gobiernos democráticos. Sí, pero no con la misma intensidad ni de la misma forma estructurada y sistematizada que en los regímenes dictatoriales.
Xi Jinping poderia haber evitado a pandemia. No lo hizo. La gran pregunta es ¿por qué? ¿Fue intencional o no? Quizá el tiempo lo dirá.
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