Las “Metamemorias” de Alan García Pérez son la típica hechura de su autor. En sus 497 páginas AG da rienda suelta a su ego, describe anécdotas poco verosímiles, omite sin empacho cualquier aclaración sobre las cuitas que dejó pendientes y difama, amparado en la impunidad que concede la vida eterna. “Planeta” lo advierte sin disimulos en la página 2. La editorial aclara que no “se hace responsable por la información brindada por el autor en este libro”. Una leguleyada sin precedentes en la petit histoire de los textos autobiográficos.

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