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Monday, August 14, 2017

La increíble y triste historia de Ponce Feijoó y sus lazos con Alan García

La increíble y triste historia de Ponce Feijoó y sus lazos con Alan García
October 2, 2015

El almirante Giampietri intermedió entre García y Ponce para reconciliarlos y asegurar que la información que había sobre el Grupo Rodrigo Franco no fuese entregada a los medios.Image may contain: 3 people, people standing and suit
En el año 1997, el capitán de navío Manuel Elías Ponce Feijoó, andaba buscando al “soplón de mierda” que había filtrado a la prensa la información que acreditaba que Inteligencia Naval había detectado los pagos que Demetrio Chávez Peñaherrera “Vaticano”, hacía regularmente a Vladimiro Montesinos para poder usar la pista de aterrizaje de Campanilla para el despacho de la droga a Colombia. Y entre los samaqueados de esos días se encontró el entonces capitán de fragata, Juan Castro Barreda, que había elaborado el informe y fue conminado a negar ante el Fiscal que dicho documento procediera de la Inteligencia Naval.
En la investigación interna que inició la Marina, se responsabilizó a varios miembros del personal subalterno y bajo la batuta del “Chito Ponce” se confiscó toda la información referida al asesor Montesinos y a oficiales de las Fuerzas Armadas con el narcotráfico. Así el subjefe de inteligencia de los blancos de las Fuerzas Armadas, había ganado un reconocimiento del tipo más poderoso de la época, que se tradujo en una mejora económica y recomendación de ascenso.
En octubre de 1997, en el Salón Huáscar de la Escuela Naval en La Punta, el doctor Vladimiro Montesinos fue condecorado con la Cruz Peruana al Mérito Naval, en una ceremonia con todo el alto mando de la Marina, entre ellos, el capitán de navío Manuel Elías Ponce Feijoó. Quedaba así sellada una alianza entre el sector más autónomo de las Fuerzas Armadas y el gran manipulador.
Montesinista
En el segundo semestre del 2000, el presidente Fujimori recibió la carpeta de ascensos propuestos para el fin de año, con apuntes y recomendaciones de Vladimiro Montesinos, entre los cuales se incluía a Ponce Feijoó para que avanzara del grado de capitán de navío a contralmirante. El presidente aprobó la lista y la dejó para su publicación en el momento debido. Pocos días después, sin embargo, estalló el escándalo del vídeo Kouri-Montesinos, el viaje y el retorno de Panamá del ex asesor, y, casi inmediatamente, la supuesta persecución del presidente para ubicar el escondite de Vladimiro.
En el grupo de persecución, Fujimori integró a Manuel Elías Ponce Feijoó, no se sabe si por la conocida habilidad del marino para operaciones de este tipo, o porque era uno más de los participantes de una persecución que buscaba no hallar al perseguido. En noviembre de ese año, Fujimori se convirtió en el segundo gran fugado del régimen, llevando la crisis política al extremo y forzando la conformación de un nuevo gobierno encabezado por Valentín Paniagua. Apenas unos días después, el ministro de Justicia, Diego García Sayán, elevó un informe al presidente transitorio, recomendando dejar sin efecto el ascenso de Ponce a partir de informes recibidos de parte de organismos de derechos humanos que lo vinculaban con la desaparición de dos jóvenes estudiantes de la Universidad del Callao en los años 92 y 93.
Ponce fue degradado sin haber asumido aún su nueva graduación y se fue inexorablemente al retiro. La caída de Fujimori-Montesinos fue fatal para su ascendente carrera. En 1994, la primera sala penal del Callao había, sin embargo, archivado el caso de las desapariciones, por falta de pruebas y posteriormente la Corte Suprema ratificó el fallo. Para el año 2000, los organismos nacionales de derechos humanos habían elevado el proceso por el caso Roca-Anzualdo, ante la Corte Interamericana, cuando llegó el gobierno Paniagua. Más tarde, sin embargo, ha crecido una nueva lectura sobre el caso, que indica que en la desaparición de los estudiantes de economía Martín Roca Casas y Kenneth Anzualdo ocurrida entre agosto y noviembre del 93, en los alrededores de sus respectivos domicilios en el Callao, no intervinieron elementos de la marina como se presumía, sino efectivos del ejército vinculados al grupo Colina que se llevaron a los jóvenes al Pentagonito, donde los torturaron, asesinaron y cremaron sus restos en los hornos del sótano de ese edificio.
En una conversación sobre el tema, Jesús Miguel Ríos Sáenz, el “Chito Ríos”, líder del Comando Rodrigo Franco en los años 80 y más tarde asesor del Grupo Colina, bajo el gobierno Fujimori, se felicitó de haberle “sembrado dos muertos”, al bacán de la Marina y haberle “cagado la carrera”. Se supone que era la venganza por lo sucedido durante la década anterior.
Chito frente Chito
Era el comienzo daño 1989, cuando llegaron a los despachos de Alan García y Agustín Mantilla, sobres lacrados con los sellos de secreto y de la dirección de inteligencia naval, conteniendo el informe de una investigación de varios meses sobre el llamado Comando Rodrigo Franco, sus integrantes, acciones y conexiones con el partido aprista y el gobierno. Era un aviso que la Marina sabía lo que el gobierno quería que nadie supiera. De inmediato el ministro del Interior se comunicó con el almirante Arriarán, jefe de la DINTEMAR, para buscar un arreglo, lo que dio lugar a una cita de negociación a la que asistirían un representante por cada lado.
El segundo civil de Mantilla, el dirigente operativo del Comando Rodrigo Franco, Miguel Ríos Sáenz, “Chito Ríos” armó el encuentro con el capitán Elías Ponce, “Chito Ponce”, bajo la premisa que ninguno de los dos acudiría con escolta. Efectivamente la reunión empezó como una cita de a dos, pero unos minutos después ingresaron al lugar cuatro hombres armados del Rodrigo Franco que rodearon a Ponce. El “Chito” de Mantilla dijo entonces: date por secuestrado. Unos segundos después ingresaban varias decenas de marinos mostrando sus armas. Estás derrotado, contestó el otro “Chito”.
La tensión se había resuelto en una victoria de los marinos que tenían capturados a la cabeza de la temida banda paramilitar del gobierno. El acuerdo final sería doloroso para Mantilla, que acabaría capitulando para recuperar a su gente y aceptando que Inteligencia Naval retuviera la información estratégica, con el compromiso de no difundirla.
García 2001-2003
En febrero del año 2001, Alan García arribó al Perú como improvisado candidato presidencial para disputar con Alejandro Toledo. Antes de su llegada Gonzales Posada preguntó a diversos contactos que mantenía con el montesinismo, si no había ningún video que pudiera complicar la campaña. López Meneses y Fernán Altuve, le aseguraron que no había problemas. Pero los había. Ese mismo mes se difundió el video de Mantilla recibiendo dinero del asesor que según se indica en el diálogo grabado eran para el partido aprista. A García no le quedó sino ensayar otra de sus escenas de jefe herido en su confianza por personajes que antes tuvo muy cerca y que se vendían por unas cuantas monedas. Mil veces miserable y traidor, le dijo a su ex secretario personal, ex ministro y viceministro, ex secretario general del APRA, etc., y armó como lo haría tantas veces en los siguientes años, una profunda zanja entre él y el caído, para no cargar con sus responsabilidades.
Mantilla fue preso y se calló en mil idiomas sobre lo que realmente motivó su presencia en el SIN para recoger los 30 mil dólares de su desgracia. García a su vez no ganó la elección, pero quedó bien colocado y proyectado hacia los nuevos comicios del 2006. Fue entonces que buscó al almirante Luis Giampietri para asegurarse que la información que la Marina había reunido doce años antes no fuera a afectar su futuro, sobre todo teniendo en cuenta que Mantilla había vuelto al centro de la noticia. Es por esta vía que el ex presidente y ex candidato llega a Ponce Feijoó, por entonces en un retiro prematuro y tratando de rearmar su vida como civil. El contacto debe haberse producido entre el 2001 y 2002, y tiene que haber servido para cerrar el capítulo de los “chitos”, asegurar la reparación a futuro del honor del marino dado de baja y des-ascendido, y garantizar que la información sensible no se movería.
El año 2003, se crea Business Track, empresa de “servicios de asesoramiento”, como indica su ficha de SUNAT, con domicilio fiscal en Avenida Salaverry 2007, y que declara como objetivo en su página Web: “elevar el nivel de seguridad de la empresa a través de la implementación de un efectivo sistema de gestión de seguridad de información". Lo interesante es que ni Ponce que se constituye como gerente general, ni su socio Tomasio, tenían ningún capital para formar empresa alguna y menos para comprar los equipos sofisticados que se requieren para las labores de interceptación y trascripción de grabaciones. ¿Cómo lo hicieron y cómo consiguieron los clientes para financiar sus actividades?
Dos nombres pueden ser las pistas para saber como nace el “exitoso negocio” de Business Track: uno de ellos el del empresario Luis Favre, ligado a García y conectado desde la década de los 90 con actividades de inteligencia y operaciones encubiertas. El otro, el capitán de fragata en retiro, Wilson Gómez-Barrios Rincón, creador de la empresa Forza (actual Securities), que venía funcionando desde los años 90 con notable éxito en la asesoría de seguridad de grandes empresas (una de ellas Yanacocha), a las que se le ofrecía información clave sobre diversos riesgos: conflictos laborales y sociales, terrorismo, delincuencia; y también sobre competidores, actuación del Estado, autoridades locales, medios de comunicación, etc. Favre habría sido el puente entre Gómez-Barrios y Ponce, convirtiendo a la novísima empresa de este último en una subsidiaria de Forza.
No olvidar, por cierto, que Gómez Barrios fue pareja de Giselle Gianotti, con la que tiene dos hijos, y que ambos estuvieron en Palacio de Gobierno en diciembre del 2006, cuando el falso caso del atentado del grupo Todas las Voces. Gianotti, efectivamente circulaba entre las dos empresas chuponeadoras dando a entender que no había competencia entre ellas. Y no debe ser casualidad que ella haya sido la única puesta en libertad de los integrantes del grupo intervenido. También es claro que Forza no fue investigada en relación a los petroaudios ni tomada en cuenta en el proceso, a pesar de las marcadas semejanzas entre una y otra empresa, de supuesta seguridad.
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