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Saturday, August 9, 2014

MALAS PRÁCTICAS Y ERRORES TERAPÉUTICOS

OBSERVACIÓN: La sección de comentarios está diseñada para responder a escenarios no contemplados en el artículo, no para responder dudas particulares. Por favor, revise nuestras políticas antes de enviar su comentario.

¿Cuáles son los peligros de acudir con un “terapeuta” improvisado, o a una terapia falaz?
La  mayoría de los “terapuatas” involucrados en métodos falaces suelen ser personas que realmente están convencidas de la efectividad de la psicoterapia que promueven ignorando la dinámica profunda y delicada de los procesos psíquicos, sin darse cuenta que el tratamiento con el cual trabajan carece de fundamento, efectividad y relevancia sanitaria. Algunos tienen conocimientos parciales en psicología, y otros simplemente leyeron un libro que les inspiró, y quieren universalizar su sentimiento a través de una “nueva técnica”. Debido a que carecen de la formación profesional que conlleva dedicarse a la salud mental  representan un riesgo a la salud de los pacientes por los errores terapéuticos que sólo se pueden evitar con una formación sólida, una supervisión continua, y un estricto apego a las normas éticas y deontológicas de los profesionales sanitarios. Los más comunes son:
  • Fortalecimiento del síntoma: Ocurre cuando el terapeuta, con el afán de ganarse la simpatía de sus pacientes, se enfoca en reforzar los rasgos más conscientes y racionales del cuadro clínico para que el paciente “note que hay un cambio” o que “la terapia le está funcionando”.   Esto trae como consecuencia un reforzamiento de la sintomatología y una relación de complicidad con el terapeuta donde el paciente cae en el espejismo de la mejoría por el simple hecho de que “el psicólogo dice que todo va bien” o que “está haciendo lo correcto”.
Ejemplo típico:
Una paciente llega a terapia porque su matrimonio de 5 años va mal; siente que ella pone todo de su parte y es su marido quien parece no estar interesado en seguir con la relación. Cuando la paciente aborda el tema del divorcio como la mejor opción, la “terapeuta” pone de ejemplo su propia experiencia ilustrando que el divorcio es lo mejor que le ha pasado en la vida. Esta situación alienta a la paciente a disolver su matrimonio siguiendo el ejemplo de su “terapeuta”. En realidad el matrimonio no ameritaba una separación, y con los años, la paciente nunca puede volver a mantener una relación estable.

  • Simplificación del evento: Se debe a una incapacidad del terapeuta para identificar la magnitud que un evento, idea o concepto tiene para un paciente, haciendo una interpretación simplista del mismo. Esto conlleva a sugerir acciones o ideas que alejan todavía más al paciente de su realidad, empeorando el cuadro.
Ejemplo típico:
Un padre de familia acude a terapia porque no puede con las presiones del trabajo, el reciente despido de su mujer, y el hecho de que en tres meses dos de sus hijos entran a la universidad. El “terapeuta” le dice que con unas vacaciones podrá aclarar sus ideas, sin embargo, en las vacaciones el paciente no puede dejar de pensar en sus problemas y cae en una profunda depresión al darse cuenta que su estrés lo persigue a donde vaya.

  • Actuación de la Transeferencia: La transferencia es un fenómeno que ocurre en todas las interacciones humanas, y que en la psicoterapia forma parte de los elementos que el terapeuta analiza. Se trata de revivir, recrear o trasferir emociones, conductas o sentimientos del paciente en el entorno terapéutico. La actuación de la transferencia ocurre cuando el “terapeuta” cree que esos sentimientos, conductas o emociones son legítimos y corresponde a los mismos llevándolo a nulificar la efectividad terapéutica del tratamiento, poniéndose a merced del paciente.
Ejemplo típico:
Un paciente le dice a su “terapeuta” que está desesperado porque no encuentra trabajo y tiene miedo de terminar endeudado con muchas personas. El “terapeuta”, comprendiendo la situación, condona sus honorarios hasta que el paciente sea capaz de encontrar trabajo. Tras acumular dos meses de tratamiento a pagar, el paciente desaparece, dejando al “terapeuta” como una persona más a quien el paciente le debe dinero.

  • Síndrome del falso recuerdo: Ocurre cuando el “terapeuta”, en su afán por encontrar recuerdos de la infancia del paciente posiblemente relacionados con el cuadro clínico actual, comienza a inducir ideas, sentimientos e imágenes para provocar en un paciente un recuerdo de lo que “el terapeuta cree que pasó”.  Los peligros de este síndrome van desde desequilibrios emocionales severos, destrucción del seno familiar, hasta el suicidio.
Ejemplo típico:
Un paciente comienza a presentar un cuadro de incontinencia urinaria en su primer trabajo, aunado a mareos y hormigueo de brazos y piernas. Una vez que se descarta enfermedad médica, el paciente acude con un “terapeuta” quien rápidamente asocia los síntomas con antecedentes de abuso sexual durante la niñez del paciente. El “terapeuta” asocia la figura del jefe en el trabajo con un tío a quien el paciente le tenía mucho miedo de niño, y reconstruye que el jefe en el trabajo le recuerda los abusos que su tío le propinaba cuando niño. El paciente se convence de esta situación y siente que su familia le ha arruinado la vida, dándose a la bebida.

  • Esclavización del paciente: Ocurre cuando un “terapeuta” llena sus insatisfacciones personales con pacientes dependientes. Sólo recibe pacientes devotos, que pagan sus honorarios a prontitud, y siempre están dispuestos a modificar los esquemas de citas a la voluntad del terapeuta. Esto genera una relación patológica de dependencia que no tiene ningún beneficio para el paciente, y sólo sirve al “terapeuta” para cubrir sus carencias. En casos extremos, los pacientes se convierten en una especie de secta donde el terapeuta es una variedad de guía espiritual.
Ejemplo típico:
Un paciente que lleva 5 años con su mismo terapeuta se entera de que el terapeuta pronto se irá de la ciudad y entra en crisis. Parte del tratamiento para evitar esta crisis se enfoca en que el paciente busque trabajo en la ciudad donde el “terapeuta” se muda abandonado su familia y amistades con tal de continuar con el tratamiento. Al poco tiempo el “terapeuta” es la única persona con la que el paciente cuenta para darle continuidad a su vida en una ciudad distante y desconocida.

  • Explotación sexual: Es toda situación donde el “terapeuta” se relaciona con el paciente de forma distinta a la que tiene que ver con el tratamiento. Dado que el terapeuta cuenta con información privilegiada sobre la vida del paciente, establecer cualquier tipo de relación con éste durante o después del tratamiento está vetado en el código ético de los profesionales de la salud mental. Ninguna modalidad terapéutica justifica el establecimiento de vínculos sexuales con los pacientes como parte del tratamiento, incluso si es el deseo manifiesto del paciente. Esta práctica también incluye la exploración física injustificada fuera de todo contexto clínico como masajes vaginales, felación o caricias en partes íntimas con el argumento de ser “terapéuticas”.
Ejemplo típico:
Un paciente acude a terapia porque nunca ha podido establecer una conversación con las mujeres, y siente que no es atractivo para ellas. Su “terapeuta” es la primera mujer con la que se siente a gusto platicando sobre sus dificultades relacionales. Esta “terapeuta” se siente halagada y considera que establecer una relación amorosa con el paciente puede ser terapéutico para demostrarle que sí puede salir con mujeres. Al terminarse la relación, el paciente trata de repetir este patrón seduciendo doctoras jóvenes con un cuadro hipocondríaco que con el tiempo deriva en impotencia.

Señales de alarma para identificar malas prácticas
Además de los errores terapéuticos arriba listados, la Asociación Americana de Psiquiatría, el Real Colegio de Psicólogos del Canadá, y varios otros grupos colegiados han hecho públicas en diversas ocasiones las señales de alarma que los pacientes y familiares deben observar para identificar cuando un psicólogo está desviándose de su deber profesional. El Dr. Stephen Barrett ha condensado estas señales en la siguiente lista:
Abrazos o caricias repetitivas hacia el paciente fuera de la norma social
Encuentros terapeuta-paciente fuera del consultorio, o fuera de los objetivos terapéuticos
Ofertas a los pacientes de voluntariado o asistencia no remunerada como parte de su tratamiento que representan un beneficio económico para el terapeuta
Hablar sobre las vidas de otros pacientes en la consulta
Revelar aspectos personales de la vida cotidiana del terapeuta, tal como prácticas sexuales
Dar o recibir obsequios de valor significativo
Referirse a los pacientes con apodos, apócopes, nombres afectivos o como mascotas
Vestir seductoramente o significativamente discordante para el clima o la actividad a realizar
Pasar por alto pagos atrasados de los pacientes y ofrecer descuentos significativos al tratamiento pese a que el paciente puede seguir costeando los costos actuales
Pedirle al paciente pequeños favores, mandados o diligencias a favor del terapeuta
Utilizar información privilegiada obtenida durante las sesiones para el beneficio personal del terapeuta
Hablar de los problemas personales del terapeuta y pedirle su opinión a los pacientes
Cuestionar las creencias religiosas del paciente al tiempo que el terapeuta promueve su fe o sistema de creencias
Promover militancia política en el partido o corriente a la cual pertenece el terapeuta
Ofrecer oportunidades de inversión o de negocio a los pacientes
Motivar a grupos de pacientes a interactuar en rituales sectarios donde serán guiados espiritualmente por el terapeuta

¿Dónde acudir para encontrar a un psicólogo clínico calificado?
Si usted está buscando un psicólogo clínico, pregúntele primero a su médico. Muchos psicólogos están en el directorio de servicios auxiliares de clínicas y hospitales. Si está buscando en internet, asegúrese que el portal esté certificado por alguna entidad que garantice la confiabilidad de la información como puede ser el sello del Código HON, el sello SISMI, o el registro de la publicidad aprobada por el Ministerio de Salud. Desconfíe de directorios en internet de anuncios pagados donde se anuncian indiscriminadamente gurús, terapeutas alternativos, centros de “sanación espiritual” y vendedores de productos naturistas, alternativos o multinivel

miércoles, 31 de julio de 2013
Claves para la comunicación y la eficacia personal y política
Habilidades Sociales
Oswaldo Carpio.-
La comunicación es tema esencial en la vida de los seres humanos. Es un asunto clave para el entendimiento entre las personas. Comunicar es ciencia, técnica y arte. Cambiar conceptos, procedimientos, formas y hábitos requiere entrenamiento. Es preciso entrenarse en adecuadas formas de comunicación con el fin de romper los malentendidos y lograr una comunicación asertiva. En la política saber comunicar es esencial pero, la mayor parte de las veces, no es un asunto que se tome en cuenta o, si se asume su importancia, se busca aprender técnicas simples para manipular o lograr un objetivo inmediato. La búsqueda del “truco” para manipular es permanente. No interesa el por qué, el para qué. Sólo el “cómo”. Algunos políticos, cuando se les fundamenta la necesidad de una comunicación verdadera, afirman rápidamente: “cámbiame la receta”. Quieren el truco para salir del apuro porque casi siempre dicen estar “contra el tiempo”.
El Dr. César Sotillo Zevallos, escribió un texto profundo y de una forma abrumadoramente sencilla. Sotillo Zevallos es psiquiatra y expuso su punto de vista técnico-prácticos para ayudar a que los familiares de discapacitados mentales crónicos tuvieran mayores habilidades para comunicarse. El breve y conciso texto del Dr. César Sotillo, sin embargo, es sumamente útil para todos lo que quieran lograr una comunicación asertiva. A continuación una síntesis comentada de su texto que nos ayudará a mejorar nuestra comunicación.
Antes de ir a exponer las habilidades que propone el Dr. Sotillo, se requiere exponer algunas ideas sobre los problemas de comunicación en la “sociedad política”, sumamente conflictiva, en la que se ataca mucho, se busca titulares y primeras planas, se argumenta o razona lo mínimo y se busca atacar al adversario. Se usa mucho la argumentación sofista, el juego de palabras, engañar a los ciudadanos, buscar el olvido de sucesos pasados y arrinconar a los adversarios. Por momentos, la estrategia de comunicación se aleja del sistema democrático y se establece dentro de las leyes de la guerra política y, por ende, fuera  de la argumentación razonable, persuasiva que pretende, con argumentos convencer. Se busca más que razonar y persuadir la frase o la palabra que agite, impacte, demuela al adversario. Se pretende arrinconarlo al adversario político haciendo uso de sobrenombres, descalificándolo o, simplemente, mintiendo, lo que saca partido de la falta de memoria en la sociedad peruana.  Últimamente se hace uso del bullyng que ha pasado de las aulas escolares a la política, repitiendo el famoso “apanado”, la agresividad que abre paso a la violencia verbal. Incluso personas educadas buscan la descalificación del adversario ridiculizándolo “elegantemente”.
En la vida moderna existe una ética en del discurso. En la política pareciera que es pedir mucho, pues se han adoptado las técnicas de la guerra: el engaño y, peor aún, la mentira. Pero no es el engaño al competidor. Se busca engañar y mentir a los ciudadanos. En las últimas campañas políticas, se ha usado métodos no políticos para permitir éxitos o “victorias” electorales. Se usa cada vez más recursos que pretenden conscientemente confundir, engañar, sustituir escenarios y personajes para conseguir resultados. Cabe preguntarse si todo esto no profundiza aún más la crisis política pues se trata de engañar a la gente que ya no sabe ni por qué vota, qué es lo que está en juego, qué se pretende.  Una vez logrado el engaño la realidad vuelve a la superficie y los ciudadanos se muestran sumamente confundidos y estafados.
El Dr. Sotillo para establecer bases confiables para la comunicación establece que existen habilidades sociales que “permiten a la persona conseguir metas de tipo instrumental (conseguir empleo, por ejemplo) y afiliativo (ser escuchados, hacer amigos, etc.), haciendo respetar sus derechos y los de los demás”.
Afirma el Dr. César Sotillo, algunas precisiones en la “Guía”. Así,  Carencia: “Es no tener habilidades sociales debido a que no han sido aprendidas o puestas en práctica”.  Conducta agresiva: “Es una conducta activa donde se persiguen los objetivos personales sin respetar los derechos de los demás”. Conducta pasiva: “Es una conducta inhibida donde no se hace respetar nuestros propios derechos, de esta manera no hacemos lo que queremos”. Conducta asertiva: “Es una conducta activa en la cual logramos conseguir lo que queremos haciendo respetar nuestros derechos  y respetando el derecho de los demás. Esta conducta es la que se busca adquirir… ya que va  proporcionar mayores beneficios en nuestra vida”.
En la Guía el Dr. César Sotillo, señala las conductas que deben ser “trabajadas” para lograr mejorar las habilidades sociales. Se trata de conductas sociales prácticas y, de mejorar el arte y la técnica de comunicar nuestros mensajes.
¿Cuáles son esas habilidades que se han de trabajar:
-   Habilidades de auto cuidado: Indispensable,  para el Dr. Sotillo, son: “El arreglo e higiene personal, así como el de nuestro vestido”.
-   Conductas para-lingüísticas: “Volumen, velocidad, articulación, inflexión, fluidez verbal”.
-   Conductas no-verbales: “Contacto visual, postura, movimiento de manos, distancia al conversar, expresión facial”.
-   Conductas de aserción verbal: “Expresión de emociones, reconocimiento de emociones; iniciar, mantener, terminar una conversación; dar opiniones; dar, recibir halagos; criticar, responder a críticas manipuladoras; aceptar errores cometidos; hacer reclamos; rechazar invitaciones o pedidos; establecer conversaciones con el sexo opuesto”, entre otras.
¿Cuál es el objetivo al trabajar o ejercitar estas habilidades?
-      Mejorar la comunicación y las relaciones interpersonales.
-      Aumentar la autoestima de las personas.
-      Adquirir destrezas básicas para un desempeño social autónomo.
-      Mejorar la calidad de vida.
¿Cuáles considera el Dr. Sotillo las claves para la eficacia persona en la comunicación? Son prácticas y son las siguientes:
-   “Mantener el contacto visual” con la o las personas con las que se comunica.
-   “Utilizar las manos al hablar”, se trata de saber hacer uso de la expresión corporal o de una parte de ella.
-   “Dirigirse a la otra persona”, es decir, establecer una comunicación con el/los interlocutor(es) asumiendo que el otro existe, que hay que respetarlo, tomarlo en cuenta, reconocerse en el otro, aceptar su condición de ser de humanidad.
-   “Mantener una expresión facial agradable” lo que requiere un entrenamiento personal pues no sabemos lo que nuestro rostro expresa, produciéndose con frecuencia un doble lenguaje: el de las palabras y el del cuerpo. El cuerpo habla y no engaña. El rostro engaña menos aún.
-   “Hablar en tono firme y ritmo fluido”.
Sotillo estable que adquirir estas habilidades sociales y/o de comunicación requieren un entrenamiento, una práctica perseverante, pues se trata de corregir una comunicación interpersonal que va hacia conductas agresivas o pasivas en las que las personas son victimarias y/o víctimas. Se trata de superar esa dicotomía permanente que obstaculiza la comunicación. No es un simple ruido comunicacional. Se trata de algo más profundo, que se percibe a menudo, entre los actores políticos y sociales: el papel agresivo de victimarios o el pasivo o de víctimas. Esta dicotomía en la que se encuentra buena parte de la comunicación política en el país es resultado de un aprendizaje de décadas en la sociedad y que se establece como conducta en el hogar, en los barrios y en los medios de comunicación.
Los políticos cuando no están en el poder han jugado a ser víctimas de los que están en el poder y, cuando están en el poder, suelen pasar de víctimas a victimarios. Ocurre con frecuencia que se pasa de la pasividad a la violencia y de la violencia a la pasividad. Una suerte de juego de roles en la que está atrapada la política y los ciudadanos. Una conducta poco madura que conduce a aporías, callejones sin salida, a la frustración y a la violencia.
¿Cuál es la comunicación adecuada? La comunicación asertiva, aquella que rompe con esa dicotomía víctima/victimario, activo/pasivo, “pacífico”/violento.
La sociedad peruana, especialmente la política, carece de una cultura del diálogo razonable, fundamentado, persuasivo. Se busca, casi siempre, atacar con fiereza, desautorizar al adversario, negarle la posibilidad de comunicar un mensaje. Se abusa de la crítica a la persona como tal, desautorizándola, incluso, “moralmente”. No se busca razonar con las ideas del otro, sino desautorizar a la persona y, por ende, sus ideas pero sin debatirlas razonablemente.
La desautorización del otro consiste en su negación. Al negarlo se confronta, se ataca y se busca demolerlo, sacarlo de competencia. Pero, cuando el que suele atacar es atacado se ubica no como una persona asertiva sino como un ser desvalido, perseguido, vetado, paria: víctima.
Lograr una comunicación adecuada, asertiva, vale decir madura, implica argumentar sosteniendo un punto de vista que defienda “derechos” pero sin atacar, agredir ni maltratar al otro. Se busca conseguir lo que se desea respetando al interlocutor, al otro, al próximo.
La política en el Perú tiene que superar una larga etapa infantil en la que la grita, el agravio, el insulto se apodera de los interlocutores. Esto no sólo no ayuda al país sino que se convierte en un obstáculo en lograr la madurez como clase dirigente con el fin de conducir a la sociedad a mayores niveles de desarrollo.
La cultura política actual y su falta de habilidad comunicacional se encuentra aún instalada en la pre-modernidad, que no ha roto y más bien cultiva la idea de los “líderes” indiscutibles, los dueños de la verdad o líderes que intentan ubicarse por encima del bien y del mal, que pretenden confrontar en todo momento y lugar, o evadir una respuesta. Estas personas arrastran tras de sí a sus partidos. Inventan pronunciamientos del partido al margen de los dirigentes que se subordinan por un interés personal al que, luego, califican como conducta  “leal” cuanto se trata de la subordinación a una persona, a un dirigente manipulador y no a la verdad.
Realicemos el esfuerzo de mejorar nuestra comunicación pre-moderna, superando la idea de la personas o partidos infalibles frente al cual hay que subordinarse. Busquemos en la “gaya ciencia” o en el “alegre saber”, en una afectividad madura, en la libertad y la democracia como conceptos inseparables, para actuar como seres adultos.
Se trata de dejar atrás a partir del aprendizaje práctico, formas culturales, hábitos, costumbres pre-modernas establecidas en la sociedad. Hacerlo implica rupturas interiores indispensables. Se puede hablar de temas trascendentales y hasta citar a filósofos  y pensadores que sustentaron su visión de la sociedad en una profunda visión ética pero si no hay un cambio en la práctica que conduzca a modificar las estructurales políticas, culturales y comunicacionales, todo quedará en palabras, palabras, palabras.

Jose Jaime Cesar Sotillo Zevallos

psiquiatra
Actual
  1. Autónomo
Educación
  1. UPCH -UNMSM
UPCH -UNMSM

Médico cirujano-Bachiller de medicina-Especialización en Psiquiatría-Estudios de Maestría en Neuroci, Residencia en Psiquiatría-UNMSMExperiencia en rehabilitación psiquiátrica

Miembro fundador del INSM"HD-HN"
Profesor Asociado UNMSM
Profesor Auxiliar UPCH
Miembro titular de ALAMOC
Miembro titular de APP

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