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Monday, May 25, 2015

MI PRIMO FRANCESCO PETROZZI:“YO CREO QUE LA HUMILDAD EN LA VIDA ES UNA VENTAJA INVALORABLE”

Francesco Petrozzi:“Yo creo que la humildad en la vida es una ventaja invalorable”
Francesco Petrozzi arribó a nuestro país para debutar el sábado 30 de mayo  en el Gran Teatro Nacional. Luego de algunos años de ausencia, el conocido tenor peruano volverá a presentarse en Lima, esta vez en el concierto “El ensueño de la opereta vienesa”
Conversamos con él para hablar de lo que significa cultivar la lírica como arte y como profesión, además de otros temas, como la escena cultural limeña, su paso por la televisión en los años noventa, cuando él lideraba el estelar de las noches con su programa televisivo, y sobre todo de lo que le ha significado ingresar por la puerta grande al mundo de la ópera mundial, que es lo que realmente le apasiona.
Luis Felipe Alpaca
-¿Cómo fue tu adolescencia musical?
Mi madre me decía que yo antes de cumplir los dos años ya cantaba, es algo difícil de creer pero es lo que ella me cuenta. La música para mí siempre ha sido el centro absoluto de mi vida. Cuando cumplí siete años empecé a cantar y la gente se impresionaba, a mí me gustaba llegar al corazón de las personas. Recuerdo que en esa época cantaba tangos por mi abuela que me recogía del colegio y ella cantaba en el auto, y yo la escuchaba, y así me fui aprendiendo los primeros tangos, y el solo de mi abuela se convertía en un dúo, y a los 13 años con una larga carrera de actuaciones escolares felizmente no perdí la voz, y esa voz cambió y mejoró.
-Tú te formaste en Europa, ¿necesariamente hay que salir al extranjero para formarse en el canto?
No necesariamente. Aquí en Perú hay muy buenos maestros de canto, y en mi época estaba y todavía está el maestro Manuel Cuadros Barr.  Cuando yo llegué a Europa a estudiar canto, me enseñaron música, me enseñaron idiomas, historia del arte, teatro, esgrima, escena lírica, me enseñaron todo lo que te puedas imaginar, pero los secretos del canto a mí me los enseñó Manuel Cuadros Barr, y al volver a Europa los maestros ya no tenían nada nuevo qué revelarme.
-Insisto, entonces, ¿por qué viajar para formarse afuera?
Porque aquí no hay compañías líricas, entonces, ¿de qué vas a vivir si no te vas? Yo no deseo ser muy crítico, pero el Teatro Municipal de Lima, hasta que no tenga una orquesta, un coro y un elenco propios, no será una casa viva. ¿Dime tú cuál es el teatro de la ópera en Lima?
-No existe.
No existe, pues. Existen solamente personas que lo alquilan, ponen una ópera que traen en su mayoría del exterior, y luego cuando termina el acto se apagan las luces y se cierra el teatro. Entonces, no podemos esperar que los muchachos que tienen voz y gran talento se queden aquí a trabajar, porque no tienen cómo trabajar.
-¿Eres tenor lírico?
Yo soy una oveja de otro rebaño, los tenores peruanos son mayormente tenores ligeros, son rossinianos, y yo soy un tenor lírico spinto, soy pucciniano, y verdiano, y esto de los ligeros y los líricos son dos mundos diferentes, es como la corriente del Niño y la de Humboldt, que están uno al lado de otro pero no se juntan.
-Dicen que el maestro Alfredo Kraus daba a entender que el mundo de la ópera glamoroso debería ser para los conocedores y no para las clases populares. ¿Qué opinas al respecto?
Yo he conocido muy bien a Alfredo Kraus porque cuando yo estudié en la Escuela Superior de Canto de Madrid, él asistía periódicamente a dictar clases maestras en las cuales yo participaba, y debo decirte que no creo que él haya hecho un comentario así, porque él era un hombre demasiado exquisito e inteligente. Como él no hay nadie igual. Por otro lado, no creo que la ópera sea un arte elitista, en Sudamérica la ópera es un arte importado, no es parte de nuestra cultura, y si unos cuantos que se sienten diferentes y especiales por algún motivo que yo nunca he logrado entender creen que les pertenece ser audiencia de la ópera, allá ellos. En los teatros hay entradas desde cazuela y gallinero hasta palco bajo. Todo el mundo que quiera ir a la ópera tiene acceso porque hay entradas de todos los precios y para todos los públicos. En Europa la ópera es parte de la vida cotidiana de la gente. No es de élite ni dirigida a un público adinerado.
-Pero dijiste en algún momento que no es un arte originario, y más bien importado, me refiero al contexto peruano.
En el contexto peruano es difícil, la gente tiene un poco de temor de estas voces que están hablando en un idioma extranjero, desconocido; tienen miedo de que la ópera no los integre. Yo te diría que hay que perderle el miedo. De pronto, si tú vas a debutar como público en una ópera, no te recomiendo que vayas a ver “Las valquirias” o “El oro del Rin”; te recomiendo más bien que vayas a ver una “Bohème” ligerita, una “Viuda alegre”, un “Murciélago”. Yo he comprobado que la ópera llega al corazón de la gente peruana, porque cuando era animador de televisión, recuerdo haberme quitado el micrófono en el estadio de Cañete y canté un fragmento de lírica y la gente se volvió loca, y eso te demuestra que la ópera no tiene un público especial.
-Esta vez en Lima vas a inaugurar “El ensueño de la opereta vienesa”. ¿Cuál es la diferencia entre la opereta y la ópera?
Es muy fácil. Las operetas en su mayoría son comedias, y como son muy cómicas y pícaras, las partes de comedia son habladas, a diferencia de la ópera, que está completamente cantada, y que se unen los números con recitativos acompañados con el cembalo en la época del Barroco, y en la época del Verismo acompañados con orquesta.  
-Cuando incursionaste en la televisión, en tus programas diste cabida a músicos peruanos que estaban en ciernes…
A todos. Y en esa época, cuando uno estaba en un medio televisivo, era porque sabías hacer algo.
-Pero yo me atrevería a decir que tus programas “Noche de miércoles” y “Qué tal Francesco” en esa época eran considerados programas de farándula.
Se podría decir que sí. Pero también entrevisté a muchos políticos. Todo el mundo iba donde Francesco, y nadie me decía que no. Yo no hubiera invitado a una persona a mi programa por ser musculoso, yo invitaba a mi programa a la gente que contribuía en algo al intelecto y al arte de nuestra sociedad.
-Tú que vienes periódicamente a Lima, ¿cómo ves hoy la movida cultural?, ¿crees que hay un pequeño crecimiento?
No veo un pequeño crecimiento, veo un gran crecimiento. Cuando yo me fui del país, nosotros en canal 7 hemos grabado programas en el set con los invitados y muchas veces no había energía eléctrica, simplemente porque no se había pagado el recibo de luz, y esas cosas hoy son impensables. Ahora en Lima hay una gran cantidad de teatros para todos los gustos. El que quiere leer lee, el que quiere ver teatro ve teatro, y el que quiere escuchar música escucha música.
-Y esta semana ha empezado un festival de cine en honor a las realizaciones europeas, y luego vendrá la FIL, etcétera.
Yo creo que en Perú los gobernantes se han dado cuenta de que la cultura es el alimento del alma, y si bien necesitan el pan para alimentar el cuerpo, para alimentar el alma y el intelecto de las personas la cultura es importante porque además les da dignidad. 
-Pero no han sido los gobernantes, han sido los grupos de particulares, entre gestores y colectivos independientes.
En el país donde yo vivo sí son los gobernantes. La cultura en Alemania, y la ópera, para ser más específico, es cien por ciento financiada por el gobierno.
-Y perteneces al staff del grupo de teatro de Múnich.
Así es, y es un honor para mí. Yo desde el año 2001 soy miembro estable de la Ópera Estatal de Baviera.
-¿Cómo te sientes de vivir muy lejos de tu país durante años?
Yo nunca me fui del todo del Perú. Yo vivo muy feliz en Alemania y tengo lo mejor de dos mundos, y me siento un hombre muy afortunado. Tengo 53 años y estoy viniendo más seguido a Lima. Aquí tengo una vida, tengo un domicilio y una casa de playa, y además muchos amigos. Una vez un diplomático me preguntó: ¿Por qué no te naturalizas como alemán? Y yo le respondí: Por no perder la nacionalidad peruana. Entonces me dijo que la nacionalidad peruana es irrenunciable. Y, la verdad, nunca me olvidé de esas palabras.
-Entonces, en un futuro quizás vuelvas para anclar en Perú.
Si te refieres a quedarme, definitivamente. Yo espero morir aquí, si Dios quiere.
-Hubo un episodio difícil en tu vida, fue cuando te detectaron un cáncer.
Fueron dos episodios. El primero que tuve fue cuando tenía 30 años. Yo estaba grabando “Noche de miércoles” en el canal del Estado y tuve que someterme a dos operaciones que tuvieron 15 días de distancia entre ellas, una de las intervenciones fue aquí en Perú y la otra fue en Estados Unidos. Luego el cáncer que me apareció en 2008, a los 47 años, fue más espiritual, allí me operaron a tiempo del riñón. Y mientras me daba una ducha en el hospital, intenté cantar y no podía, y entonces pensé que me moría. Recuerdo que tenía pendiente un “Rigoletto” en Berna que venía después de eso, y no lo cancelé, y me dije: Tengo que ir, porque quería saber si realmente podía cantar. Y empecé de nuevo, y entrené como un atleta todos los días, y todo salió bien.
-En Perú tenemos grandes antecedentes de cantantes de ópera, me refiero a Alejandro Granda, Lucho Alva y el propio Juan Diego Flórez.
Alejandro Granda es mi referente porque el único tenor peruano que ha cantado su repertorio después de él soy yo.
-Él cantó en la Scala de Milán en 1928.
Así es, él era un tenor de mi cuerda, perdón, quise decir que yo soy un tenor de su cuerda. Él fue en su época uno de los más grandes tenores del mundo, y es una pena que en Perú no se sepa cómo reconocerlo.
-Pero él tuvo el apoyo del presidente Leguía en su época.
Así es. Leguía lo escuchó, y cuentan las anécdotas que Granda era marino mercante y que cantaba en la cubierta de un barco, y se le escuchaba desde la proa hasta la popa.
-¿Qué le agradeces a la vida?
Todo. Soy un hombre muy afortunado, imagínate tú lo que significa vivir de hacer algo que te gusta, y agradezco la oportunidad de haber sobrevivido a esa enfermedad. Por eso uno aprende a saber que no es infalible, y yo creo que la humildad en la vida es una ventaja invalorable.
-Entonces eres empático con la gente.
Me gusta mucho la gente, me encanta, por ejemplo, salir de una función en Múnich y que luego se me acerque un japonés y me diga que ha asistido al concierto porque me había visto antes en Aida en Tokio. Esas son cosas que a mí me emocionan profundamente. Y si a un artista no le emociona el público, tiene que cambiar de trabajo.
-¿Se gana mucho siendo cantante de ópera?
Se gana y se gasta (risas). Cuando decidí quedarme en Europa, lo único que quería era vivir de mi trabajo dignamente. Y si esa es tu pregunta, déjame decirte que lo he logrado.

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