El café es nuestra principal exportación agrícola. Se habla mucho más de los espárragos, que son cultivados en la costa, muy visibles, y son considerados "no tradicionales". Pero el café es nuestra gran exportación silenciosa: hace dos años las exportaciones de café peruano, las principales exportaciones de café orgánico en el mundo, nos dieron $1,600 millones, pero este año 2013 caerán a unos $800 millones solamente. ¿A qué se debe esta vertiginosa caída? Hay dos causas, los vaivenes del precio internacional, que ha caído casi 50% desde su pico a mediados de 2011, por causa de mayor producción en Brasil, Indonesia y Vietnam, entre otros. Esos ciclos son normales en un producto agrícola como el café, pero lo que no es normal es la segunda causa del descenso en la exportación: una plaga llamada "roya" que afecta a varios países entre ellos al Perú, Colombia y los productores centroamericanos.
La importancia del café no solo se mide en dólares sino por la enorme cantidad de trabajo que da esta silenciosa industria a centenares de miles de pequeños agricultores y a los que trabajan ahí como cosechadores, procesadores, transportistas y en otras actividades. Aunque las cifras no son muy exactas, calculo que hay entre 250,000 y 300,000 hectáreas cultivadas con café, principalmente en la ceja de selva desde Piura, Cajamarca y San Martín hasta Cusco y Puno en el sur. Calculo que hay unos 150,000 agricultores dedicados al café, muchos de ellos en zonas aptas para la droga. Por esa razón, entre otras, es fundamental mantener la salud de nuestra industria cafetera.
La roya y ahora una nueva plaga llamada "broca" que ataca directamente al grano explican la caída de producción del año pasado, cuando estaba en 7.5 millones de quintales (un quintal igual a 100 libras, igual a un saco de 45 kilos) a 6 millones hoy. Se calcula que entre 30 y 45% de los cultivos están afectados por la roya.
¿Qué hacer? Felizmente el hecho de que el café peruano tenga una prima por ser café orgánico ha despertado el interés de autoridades en Europa y principalmente en Japón, gobierno que ha facilitado una cooperación técnica y financiera para enfrentar la crisis. El ministro de Agricultura ha declarado al sector en crisis y el viceministro Juan Rheineck se está ocupando constantemente del tema. Eso es bueno, pero necesitamos muchos más recursos:
Se debe promover la instalación de asesores agrícolas financiados por el Gobierno que puedan guiar a los pequeños agricultores en rehacer sus plantaciones: la roya viene en gran parte por la falta de fertilizantes y de nuevas plantaciones. Este tipo de asesoría agrícola es necesaria en todos los subsectores agrícolas donde hay pequeños productores. Es algo que existe en todos los grandes países agrícolas del mundo, desde Estados Unidos hasta Australia, pero lamentablemente en el Perú este tipo de programas, que eran muy importantes hace 50 años atrás, han sido abandonados.
Debe crearse un fondo de apoyo para enfrentar la crisis del café, que ayude a las cajas rurales a fortalecer sus créditos al sector. Hicimos algo parecido hace 32 años atrás en el sector minero, con el Fondo de Compensación Minera administrado por el entonces Banco Minero, y de esa forma logramos evitar los estragos que se ven hoy con la minería informal.
El mejoramiento de vías de comunicación, especialmente caminos rurales, es fundamental. Ningún país del mundo que pretende tener un sector agrícola fuerte puede ignorar las vías de comunicación rurales.
El café representa solo el 3 o 4% de las exportaciones totales del Perú, pero genera una cantidad enorme de empleo en zonas pobres. Por eso es fundamental tener un plan de acción que no solo mantenga esta importante actividad, reconocida a nivel mundial, sino que también mantenga la paz social en zonas pobres del Perú.
Tengo un "corazoncito" cafetero, no porque tome mucho café sino porque hace muchos años atrás fui inspector de la Organización Internacional del Café. Junto con el famoso biólogo brasileño Arnaldo Krug fuimos encargados de evaluar la cuota cafetera de El Salvador: en ese entonces los competidores cafeteros de El Salvador decían que no tenía la producción que pretendía, pero una evaluación que duró un par de meses demostró que El Salvador tenía razón y su cuota, gracias a nuestro trabajo, fue aumentada. Desde esa época, guardo muchos recuerdos desde las plantaciones en las colinas de ese bello país centroamericano hasta las procesadoras y almacenes en sus puertos. El Perú tiene un inmenso potencial agrícola, no solo en los grandes distritos de riego de la costa, sino también en zonas mucho más lejanas como la ceja de selva. Mantengamos y desarrollemos ese potencial.
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