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Monday, July 22, 2013
LA HISTORIA DE LA CASA MATUSITA
LA HISTORIA DE LA CASA MATUSITA.-
La historia de fantasmas en la Casa Matusita es quizá la leyenda urbana más conocida y famosa de la ciudad de Lima. Y como toda leyenda urbana repetida y aumentada, sus historias muchas veces terminan convenciendo a los que la escuchan.
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La historia del lugar se remonta a muchísimos años antes de la construcción de esta misteriosa casa. En el lugar que se encuentra era por donde pasaba la antigua muralla que rodeaba Lima y que fue construida en 1680. Según planos y descripciones de la época, lo que había tras las murallas generalmente eran huertos y chacras de cultivo. Esto contradice un poco la primera historia de terror que se cuenta de este lugar: “que la primera propietaria fue una dama europea llamada Parvaneh Dervaspa, quien llegó a Lima en 1735 y que fue acusada por la Santa Inquisición como hechicera. Esta acusación se debió a que muchos de los vecinos de Parvaneh aseguraban que ella tenía la habilidad, a través de ritos, de curar algunas enfermedades que en ese tiempo acechaban la capital. La Iglesia la consideró una bruja y la capturó para el respectivo juicio o auto de fe que la Inquisición realizaba en Lima desde 1573.” La contradicción está en que una “dama europea” difícilmente viviría en un lugar inhóspito como lo eran los exteriores de la muralla, y que en los archivos de la Inquisición la última mujer en ser condenada a la hoguera fue "María Francisca Ana de Castro, alias la madama Castro, natural de Toledo, vecina de Lima, de cincuenta años", en el año de 1736, y después no hay datos de ninguna mujer que haya sido quemada en la hoguera por herejía o brujería (Historia del tribunal de la Santa Inquisición de Lima: 1569-1820. Tomo II, Capitulo XXIV).
Entre 1855 y 1860 se construye en esta zona, dentro de la Muralla, la Penitenciaria de Lima (actual Centro Cívico-Real Plaza y Hotel Sheraton) y tras la demolición de la muralla en 1869 se empiezan a hacer construcciones en la zona donde esta hoy la Casa Matusita. La más importante fue el Colegio San Jose de Cluny, cuyo edificio aun existe abandonado en la esquina de las avenidas Wilson y Bolivia. Aquí entra otra historia relacionada a la casa Matusita: “se construyen alrededor de la Penitenciaria casas que eran usadas por los oficiales para interrogar a los acusados, usando métodos que muchas veces llevaron a la muerte”. Se dice que la propiedad fue usada para estos menesteres y que por ello es un lugar cargado de dolor e historias violentas. Luego la casa queda abandonada y en ruinas hasta el año 1873, donde supuestamente es comprada y reconstruida por una familia japonesa. Es aquí donde sucede un crimen pasional, donde el jefe de familia asesina a los demás miembros de la casa, antes de suicidarse finalmente. Sin embargo, no hay registros ni policiacos ni jurídicos acerca de un crimen de esa naturaleza cometido en esos años y en esa zona de Lima, y ademas segun la web de la Asociación Peruano Japonesa, los primeros inmigrantes japoneses llegaron a Lima el 3 de abril de 1899 a bordo del barco Sakura Maru.
En 1925 la casa es comprada por la familia Andrade Fernández. En la edición Número 73 de la revista Etiqueta Negra se cuenta lo siguiente: “La propietaria de la casa es una mujer de noventa y seis años, que goza de buena memoria. Se llama Lidia Andrade Fernández viuda de Thierry, y recuerda con cariño todos los años de felicidad que pasó en el segundo piso con sus cuatro hermanos y sus padres. Ellos compraron la casa en 1925. Andrade vivió allí desde los doce años. Recuerda muy bien los detalles: los techos eran «altos y las cornisas hermosamente talladas»; había dos salas, un comedor, un «escritorio de papá» y un «balcón redondo en la esquina de la casa y que hoy ya no existe. Un balcón único en el que a mí me encantaba estar, porque desde ahí veía las dos calles». La señora Andrade sólo tiene recuerdos gratos y se enoja cuando alguien menciona los fantasmas. La única persona que falleció en esa vivienda –recuerda en la casa donde ahora vive, en un barrio residencial de Lima– fue su padre, un hombre tan «amado por el pueblo» que el propio presidente Augusto B. Leguía le llamaba “El Presidentón”. Murió de una muerte natural. Su esposa quiso evitar los recuerdos dolorosos y por eso, al enviudar, a mediados del siglo pasado, se marchó de la casa con sus hijos. Ésa fue la única sombra auténtica sobre el predio familiar. Una historia como la de cualquier familia libre de grandes misterios.”
Después de ello y como muchos limeños sabemos, la casa fue arrendada a una ferretería llamada Matusita, de la que toma el nombre que hasta hoy le conocemos. Aunque la ferretería ocupaba el primer piso, el segundo piso se veía abandonado. Desde la calle se observaba la ausencia de ventanas y en las noches la oscuridad del interior era total. A principios de los años 80 empiezan a circular versiones que la casa estaba “embrujada”, que algunas personas habían ingresado y salido luego despavoridos. Casualmente también, al frente de esta casa se ubico el local de la Embajada de los Estados Unidos, eran años difíciles para la diplomacia, la guerra fría estaba en pleno auge y el tema de espionaje era noticia de todos los días. Entonces los mas escépticos empezaron a decir que toda era una historia creada por el servicio de inteligencia de la embajada para evitar que esta sea ocupada por eventuales espías y puedan desde allí tener un vista privilegiada del local diplomático norteamericano.
Para acrecentar la leyenda de esta casa, en esos años un famoso conductor de Panamericana Televisión, el señor Humberto Vilchez Vera como resultado de un reto lanzado en su programa dijo que pasaría una noche entera en la casa Matusita. Hubo cámaras que lo grabaron entrando, que “esperaron” horas fuera de la casa, y que luego lo grabaron salir corriendo de la casa e ingresado a una ambulancia. Las noticias de la época decían que había visto fantasmas y perdido la razón. Sin embargo, el mismo Vilchez Vera años después escribió un libro de sus memorias en las que el dice respecto a este suceso: “La palabra de un ídolo de la televisión es una palabra fundamental y yo había anunciado que entraría la casa embrujada. Nunca entré pero todos me vieron entrar, nunca hablé con un fantasma pero ellos me miran como si me hubiera convertido como un ciudadano del más allá. Bromas imbéciles, cuentos de aparecidos e invenciones fantásticas en torno a ese hombrecito de televisión que un día pretendió acaparar la atención nacional logrando un rating del 100 por ciento”.
Ahora, saquen ustedes sus propias conclusiones...
(Blog Lima la Única, Revista Etiqueta Negra Nº 73 – Texto: DP)
Foto: el interior del segundo piso de la Casa Matusita publicada en el reportaje en la revista Etiqueta Negra Nº 73.
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