Saludable el nombramiento de Pérez Guadalupe como séptimo ministro del Interior de este gobierno…
Saludable el nombramiento de Pérez Guadalupe como séptimo ministro del Interior de este gobierno. Ojalá sea el último, para que tenga el tiempo, en los 18 meses restantes, de detener el avance del crimen. Una nueva oportunidad, como ha afirmado el Grupo Gobernabilidad Democrática y Seguridad Ciudadana.
Viene precedido de tres años y medio al frente del INPE, una de las responsabilidades más difíciles en la administración peruana. Gestión larga y exitosa, resultado de una combinación de experiencia, gestión, aguante, muñeca y apoyo político.
Es cierto que Interior no es el INPE, pero el camino recorrido lo califica bien para la tarea, a condición de que las principales fuerzas políticas lo dejen trabajar. ¿Qué esperar y exigir de su gestión? A continuación, algunas sugerencias.
Primero, que restablezca la credibilidad en la palabra del ministro. Segundo, que asuma, con la presidenta del Consejo de Ministros, la conducción del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana. Tan importante como estar en el terreno –cosa que hizo bien en el INPE–, es que se dé tiempo para definir e implementar estrategias, lo que demanda una ardua labor de gabinete y de articulación dentro del ministerio y fuera de él.
Tercero, que priorice algunos de los aspectos fundamentales del Plan Nacional de Seguridad Ciudadana 2013-2018, que ha dicho será su hoja de ruta. El plan es muy general y debería aterrizarlo en uno más acotado, con precisiones claras de metas, indicadores, responsabilidades y presupuesto. Tres medidas destacan por su importancia.
Uno, acabar con el 24 x 24, para lo cual requiere convencer al presidente de la necesidad de esta medida y trabajar con el MEF un cronograma de aplicación inmediata, con metas realistas para los próximos años, según la disponibilidad fiscal.
Dos, en lo referido al patrullaje y la vigilancia, emitir directivas precisas para integrar los recursos policiales con los municipales en el ámbito local, bajo la conducción de los alcaldes. La forma más inmediata de hacerlo es asegurando que todos los vehículos de serenazgo cuenten gratuitamente con un policía de servicio las 24 horas.
Tres, en lo referido a la inteligencia e investigación criminal, constituir un estado mayor con el Ministerio Público y el Poder Judicial, para conducir la estrategia contra el crimen organizado, otorgando especial atención a frenar las extorsiones y el sicariato.
Cuarto, que constituya un equipo de gestión de primer nivel con funcionarios de Servir –como lo ha hecho en el INPE– para comenzar a reducir las dramáticas brechas de infraestructura y equipamiento de la institución policial, en especial en lo referido a su trabajo de inteligencia, laboratorios forenses, academias de formación y comisarías. Para hacerlo tendrá que apostar por involucrar al sector privado y tercerizar muchos de los servicios que hoy asume la policía.
Por último, y no por ello menos importante, que asegure que ninguno de sus subordinados utilice los recursos del sector Interior para favorecer a candidato alguno, ni mucho menos a su antecesor, en la próxima campaña electoral.
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