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Sunday, February 22, 2015

“LOS QUE VAN A INCLINAR LA BALANZA SON LOS FUJIMORISTAS A FAVOR O EN CONTRA DE ALAN GARCÍA”


 “Los que van a inclinar la balanza son los fujimoristas a favor o en contra de Alan García”
Entrevista a Sergio Tejada:
El congresista Sergio Tejeda fue entrevistado por la directora y el editor general de la revista Ideele.  La amplia conversación aparece en la última edición de la referida publicación. Allí hace una grave advertencia. La aprobación de los siete informes finales de la investigación de la Megacomisión que presidió, dependerá de la posición que adopte la bancada fujimorista. Si estos deciden por archivar las respectivas recomendaciones de acusación constitucional contra el expresidente Alan García, el voto dirimente recaerá en el presidente de dicho grupo, el solidario José Luna que votaría a favor del líder aprista. Grave. Por ser de interés reproducimos la misma:
Por Gerardo Saravia Editor de la Revista Ideele/ Patricia Wiesse Directora de la Revista Ideele
Renunció por discrepancias ideológicas al nacionalismo, aunque algunos dicen que un poco tarde. Se define como de izquierda nacional. Dice que le costó mucho romper con un partido del que ha sido un alto dirigente. Con sus buenas maneras y solo 34 años se ha enfrentado a uno de los políticos peruanos más poderosos. No descarta ir a la reelección como congresista pero, de momento, no se siente cómodo dentro de ningún partido. No todos lo quieren dentro de la izquierda.
-¿No temes que varios hallazgos de la Megacomisión, que presidiste y que investigó a Alan García, se queden archivados?
Hay dos informes que se han aprobado en el Pleno. Yo he conversado con la presidencia y con varios miembros de la bancada de Gana Perú para saber si hay apoyo, y ellos me han asegurado que sí. De todas maneras, he empezado a enviar algunos informes que no han sido aprobados al Ministerio Público para que vaya evaluando los hallazgos, porque creo que siempre hay el riesgo de que algunos informes no se lleguen a ver.
-Todavía falta que se aprueben siete informes.
Sí, creo que entre ellos hay algunos muy importantes como el del enriquecimiento ilícito y desbalance patrimonial, y otros contienen hallazgos como el de Agua para todos y el de los colegios emblemáticos. Lo que ocurre es que son informes que suscitan amplios debates. Los apristas, a pesar de ser cuatro, se las ingenian para que tome todo un día la aprobación de uno solo y es bien difícil pedir tantos plenos exclusivos para esto.
-Es que no son solo los cuatro. Alan García representa a grupos muy poderosos que tienen influencia en otras bancadas políticas.
Exactamente. En esta investigación no solamente nos hemos enfrentado a los parlamentarios apristas sino a muchos medios de comunicación que lo apoyaron, voceros, líderes de opinión que han atacado a la comisión. Hay que reconocerles que tienen mucha habilidad para ganarse a otras fuerzas políticas y convencerlas de que el debate no tenga límites de tiempo. Hay algunos que han durado siete horas, y así es bien difícil aprobar todos.
-¿Cuánto apoyo recibiste de la bancada de Gana Perú antes de tu salida?
El trabajo de la Megacomisión se dio al margen del Ejecutivo y de la propia bancada. Si bien había dos miembros en la comisión que apoyaban y algunos congresistas que salían a los medios a hablar sobre el tema o me pedían información, la gran mayoría no lo hizo y nunca opinaron favorablemente. Incluso había parlamentarios de mi bancada que estaban en contra.
-¿Cómo te explicas eso? ¿Había una escopeta de dos cañones?
No, creo que era algo personal. Había varios parlamentarios que no estaban de acuerdo con algunos temas que se trataron. Pueden ver las declaraciones de Santiago Gastañadui, quien en varias oportunidades ha criticado el trabajo de la Megacomisión y mi trabajo. Por el contrario, el congresista Abugattas sí se interesó y salió varias veces a defender los informes.
-Si así fue en ese momento, ahora que ya no estás en la bancada, lo más probable es que los siete informes nunca se discutan.
Sí, lo he pensado también. Puede haber más dificultad para que se aprueben. La presidenta, Ana María Solórzano, me ha dicho que a partir de marzo vamos a ir introduciendo los informes.
-¿Cómo ves la correlación? Porque deben aprobar que esos informes se investiguen.
Los que van a inclinar la balanza son los fujimoristas. Lo primero que hace la subcomisión es un informe de calificación a ver si procede o no la investigación por denuncia constitucional. Ahí el fujimorismo va a tener que tomar una decisión sobre si lo aprueba o no. Hemos visto bastante ambigüedad en sus posiciones, a veces defendiendo los hallazgos en el caso de los narcoindultos, pero otras veces se han abstenido o votado en contra.
-¿A qué juegan? Porque desde el 2006 fueron aliados del gobierno aprista. A ellos les convendría que Alan García quede fuera de carrera.
A mí me preocupó cómo los apristas hacían una defensa cerrada del caso Gagó, que se mandó al archivo sin que se abra investigación por los votos del APRA. Ese era un caso donde había grabaciones y medios probatorios, pero cuando el Poder Judicial lo archiva se valen de ese argumento para decir que no procede la denuncia constitucional. No me sorprendería que quieran pedir el favor de vuelta. Pero también creo que mientras se acerquen las elecciones el fujimorismo va a ir distanciándose de esa alianza de muchos años que no creo que le convenga.

-¿Pero para dónde crees que se va a inclinar la balanza?
Aún si el fujimorismo vota por el archivamiento puede haber un empate, y ahí el presidente de la subcomisión dirime, y en ese caso podría ser a favor de García. Todo depende de cómo vote el fujimorismo.
-¿A quién puedes recurrir ahora?
A los antiguos miembros de la comisión como Yonhy Lescano, Juan Pari. A todos los de la bancada de Dignidad y Democracia, y a Acción Popular-Frente Amplio. Y al interior del nacionalismo no habría ninguna razón para que no apoyen.
SIEMPRE HAY UN JUEZ DISPUESTO A SALVAR A GARCÍA.
-¿Lo más complicado del trabajo de la Megacomisión ha sido demostrar con pruebas todas las denuncias?
Durante los 26 meses recibimos muchas denuncias muy interesantes que no contaban con la documentación suficiente. Se escuchan muchos rumores, pero no hay pruebas porque la corrupción no está escrita en papeles. Mucha gente tiene temor de declarar en contra de la cúpula que gobernó el periodo pasado. Le tienen miedo a Alan García. No querían declarar ante la comisión, no querían ser involucrados y todo terminaba en dichos. El Poder Judicial nos negó el levantamiento de las comunicaciones – que no son las escuchas telefónicas- sino la relación de llamadas que en varios casos hubieran sido muy útiles. El secreto bancario también demoró mucho en llegar y se necesitaba un equipo grande con el que no contábamos para poder desmenuzar las operaciones bancarias de diferentes funcionarios. Siempre hay un juez dispuesto a salvar a García.
-¿Cuál es tu evaluación de tu papel en la comisión? Porque dijiste que el que debió presidir esa investigación fue Javier Diez Canseco.
Cuando Javier renunció a la presidencia de la comisión porque sintió que no tenía suficiente apoyo, él me plantea que yo lo asuma. No hubo resistencia porque me veían como un parlamentario joven, sin experiencia. Se hizo lo mejor que se pudo con lo que teníamos disponible. Éramos doce personas pero no nos dábamos abasto. Nos faltaron especialistas en peritajes, en evaluación de cuentas bancarias, financieras, bursátiles.
Le tienen miedo a Alan García. No querían declarar ante la comisión, no querían ser involucrados y todo terminaba en dichos. El Poder Judicial nos  negó el levantamiento de las comunicaciones
-¿Cuál hubiera sido la diferencia si Diez Canseco hubiera asumido la presidencia de esa comisión?
Él tenía más experiencia. Había liderado la comisión que investigó los delitos económicos y financieros en la época de Fujimori. Era un parlamentario fiscalizador por naturaleza, y contaba con mucho apoyo de la sociedad civil que yo recién tuve hacia el final.

-Sobre la censura a Diez Canseco en el Congreso, ¿por qué te abstuviste y no votaste en contra?
A lo largo de mi paso por el gobierno he tenido varias discrepancias partidarias. Todas las he tratado de manejar de manera interna y orgánica. Si no prevalece tu posición, aceptas la de la mayoría. Para mí una manera de no aceptar la posición de la mayoría fue abstenerme. Debí haber votado en contra.
-¿De dónde vino la censura? Dicen que Nadine Heredia estuvo detrás.
Un malestar de un sector del partido por su renuncia, no de todo. Tienen una idea equivocada que todo el que renuncia se convierte en un enemigo. Ha pasado con todos los parlamentarios que han ido saliendo. Pasó conmigo también. Se intentó hace poco sancionar a Rimarachín y es evidente que fue una actitud de revancha. Ahí yo me negué a votar también. Creo que esto muestra muy poco manejo político, porque uno puede discrepar y tener adversarios en el campo de las ideas pero por ello no se convierten en tus enemigos ni tienes que vengarte de ellos.
-¿Después hablaste con él?
Inmediatamente. Yo le expresé mi posición y le expliqué que desde mi punto de vista era una manera de distanciarme de mi organización política. Yo siento que él lo comprendió. Tuvimos luego varias conversaciones sobre temas políticos; incluso cuando estuvo delicado de salud seguimos manteniendo contacto. A él evidentemente le molestó, pero luego de que conversamos no tuvimos diferencias.
-¿Si retrocedieras en el tiempo votarías en contra?
Por supuesto. Si retrocediera en el tiempo hubiera marcado rojo en varias oportunidades.
-Esto te ha alejado de la izquierda. Hay un grupo que no te acepta por el episodio Diez Canseco.
Yo creo que para el propio Javier no fue tan grave. Creo que se exagera y no se valora la posición discrepante que tuve. Así como hay gente que me tiene rechazo por ese voto, hay otros que me buscan y con la que converso y tengo amistad y afinidad política.
-¿Quiénes?
Con varios de Ciudadanos por el Cambio. Con Salomón Lerner, con Alberto Adrianzén, del que soy muy amigo. En el Partido Socialista tengo muy buena relación con Hugo Cabieses, en Tierra y Libertad tengo amistad con Marisa Glave.
-¿Tú te sientes de izquierda?
Soy una persona que se ha formado en la izquierda; casi toda mi familia es de izquierda. Pero no es la misma izquierda. Por eso entro al nacionalismo y no al Partido Socialista.

-Tu papá viene del Partido Socialista Revolucionario.
Mi papá era velasquista. Él desarrolló una línea de izquierda nacional donde la idea de la construcción de la nación era la primera tarea para después avanzar al socialismo, redistribuyendo y democratizando la sociedad. Y no toda la izquierda apoyó a Velasco. Es una línea que te lleva a sentirte del espacio nacional popular más que de la izquierda. Este es un término gramsciano para explicar la confluencia de esos sectores del pueblo que buscan ser parte de un proyecto nacional diferente.
-¿Nunca fueron marxistas leninistas?
No. No me quise encasillar, y más bien tomaba ideas de diferentes autores. Marx, Gramsci, del argentino Lacroix.
-Al llegar a la universidad, ¿dónde te ubicas políticamente?
Fui activista, no formé parte de ninguna agrupación. Pero en el 2002 formé con mi padre y unos 40 ex militantes de Izquierda Unida, sobre todo del PSR, un grupo que se llamaba Partido Socialista Democracia Total que era un intento de reagrupar a la gente de izquierda. No existía el Partido Socialista de Javier Diez Canseco.
-¿Cuando formaste el colectivo Ciudadanos de Segunda Categoría ya estabas con el nacionalismo?
Sí, ya era militante del Partido Nacionalista, pero lo formamos con jóvenes que no militaban allí. Era un sector de jóvenes de izquierda con los que tenía amistad y que estaban regresando a la política después del fujimorismo.
-El discurso se parecía al del primer Ollanta Humala.
Exacto. Cuando aparece Ollanta nos parece interesante su levantamiento, y el 2005 su discurso se parece a la idea de la construcción de la nación, y de que ésta había sido excluyente y no había representado a las mayorías. También pesaba el hecho de que era un militar con un discurso nacionalista. Entonces en una reunión decidimos entrar al Partido Nacionalista. Hicimos mucho trabajo como militantes. Por eso fue tan difícil alejarme.
-Faltó desarrollar más el partido, institucionalizarlo.
Nunca hubo una voluntad seria de fortalecer el partido. Y ése es uno de los motivos que me llevan a alejarme. Yo pelee porque hubiera elecciones internas, porque se identifiquen las responsabilidades.
-¿Quiénes eran del comité histórico del partido? ¿Humala, Heredia, Verónika Mendoza?
Ronald Barrientos, Edgardo Olórtegui que fueron los fundadores. Eran nueve en el comité ejecutivo. Ninguno tenía una experiencia partidaria previa.

-Y en ese momento a Carlos Tapia que era el asesor no le interesaba formar partido sino aliarse a los frentes regionales.
Es cierto eso. Pero se le debe respeto a la gente que te ha apoyado, que hizo campaña.
-¿Había elecciones internas?
Se elegía mediante elección democrática a los secretarios distritales y sus directivas. Pero se designaba al responsable de la organización, de juventudes, de relaciones internacionales, de formación política. Incluso los responsables regionales eran designados; no había elección. Sin embargo en los últimos años, luego de entrar al Gobierno, no hubo ni siquiera elección de los secretarios regionales. En diciembre de 2013, cuando asumió el nuevo Comité Ejecutivo Nacional del cual fui parte, tomamos la decisión de dejar sin efecto las encargaturas, pensando en que habría elecciones, pero todo se quedó en el aire por mucho tiempo. Después hubo elecciones distritales, pero solo en Lima.
-En general, las bases son progresistas.
Sí, yo creo que el partido se podría ubicar en la izquierda. El que ha cambiado de línea es el Ejecutivo, no el partido.
-Deben estar desencantados y desconcertados.
Ha habido muchas renuncias en estos tres años. Hay mucho desconcierto.
-¿Cómo es la bancada nacionalista?
Hay niveles muy diferentes de formación y experiencia política y esto genera tensiones. No todos están igualmente comprometidos con su trabajo y con el Gobierno. Lograr que algunos salgan a defender una política promovida por el Ejecutivo era bien difícil. Salían cuatro o cinco y los demás desaparecían. Y por eso, incluso cuando fueron 47, era una bancada un poco débil.
-La pareja ha cambiado.
Definitivamente. Yo valoro el esfuerzo del presidente por impulsar los programas sociales, su esfuerzo por incrementar el presupuesto de la educación, pero ha sido totalmente convencido por el Ministerio de Economía y Finanzas de que tiene que profundizar el neoliberalismo. Por lo demás, los programas sociales son parte de ese modelo. En los Estados de bienestar no hay programas sociales sino derechos: acceso universal a la salud, a la educación.
-Después de tu salida, ¿has conversado con Nadine Heredia? Ustedes eran amigos.
No he conversado. Creo que hemos tenido una relación de amistad de varios años. En este momento es difícil porque hemos tenido discusiones fuertes en los últimos meses referidas a la línea política.
-Quiere decir que estas personas no tenían una ideología porque si no, no hubieran cambiado tan fácilmente.
Pienso que no había mucha solidez ideológica, que no había convencimiento de las propias propuestas. Cuando Ollanta entra al gobierno incrementa el salario mínimo, aprueba la ley de salud y seguridad en el trabajo, aprueba la ley de consulta previa. Estaba marcando un camino, pero luego los empresarios y el MEF lo convencen de que es el camino equivocado y que lo va a llevar a una crisis económica. Y cuando llega la desaceleración me imagino que creyó que era por eso. Pero la desaceleración no tenía nada que ver con sus medidas iniciales sino con una coyuntura internacional.
-En ese momento lanzan el paquete reactivador.
Claro, los empresarios le estaban diciendo que tenía la oportunidad de revertir lo que hizo y profundizar el modelo para salir de la crisis. Ollanta lo cree y ese es mi punto de desencuentro. A partir de ahí, yo ya no tenía nada más que hacer en el nacionalismo.
-Cuando cambiaron el programa de la Gran Transformación por la Hoja de Ruta, ¿no te pareció un cambio un poco abrupto?
No, yo lo acepté. Habíamos sacado 30% y teníamos que ganar. Había que ser realista, y el realismo nos indicaba que había que acercarse al centro.
-¿Cuáles son las medidas que te incomodaron más, aparte de la ley Pulpín?
Varias medidas ambientales, el desdén hacia las comunidades nativas, el hecho de que no haya ningún esfuerzo por la titulación de las tierras indígenas, que no se haya utilizado en todo su potencial la ley de consulta previa. Medidas vinculadas a lo laboral, lo económico y lo ambiental.
Hay niveles de decisión que yo no conozco. Siento que no se contó con nosotros, no se nos pidió opinión. El presidente se rodeó de esta tecnocracia vinculada a las grandes empresas
-A futuro, ¿descartas una alianza con el nacionalismo?
Sería muy difícil. Si para vencer al aprofujimorismo en algún momento hay que sumar fuerzas, podría darse. Pero confiar nuevamente en un liderazgo de la pareja, muy difícil.
-¿Ollanta es un converso?
No quisiera llamarlo así, pero evidentemente no tenía una formación en el ámbito de la Economía y ha sido convencido, a pesar de que todavía tenga aspiraciones de transformar el país.
-¿La izquierda esperó demasiado de él?
Un sector esperó más de lo que había propuesto. A mí me pareció muy temprano romper con el gobierno por Conga por varios motivos: Primero, porque fue firmado por Alan García. Lo dejó hecho. Ollanta hizo un esfuerzo por renegociar algunos términos como el nuevo peritaje y la evaluación ambiental. Un problema muy serio fue cómo se manejó la policía. Aun así, no lo llamaría traidor por mantener el proyecto Conga en ese momento.
-Después se lavó las manos.
Un poco. Yanacocha se debería retirar porque el problema es la relación históricamente negativa que ha establecido con la población. Pensó que ceder era perder liderazgo.
-¿La presión de la Sociedad de Minería ha sido muy fuerte?
Hay niveles de decisión que yo no conozco. Siento que no se contó con nosotros, no se nos pidió opinión. El presidente se rodeó de esta tecnocracia vinculada a las grandes empresas.
-¿El cambio de cuál de los dos te sorprende más?
Lo que visto en el debate dela Ley Pulpín es que ambos tienen una línea de derecha en materia económica y laboral.
-Hay una actitud vengativa en ellos. Se vengaron de Diez Canseco, de Rimarachín. Lo raro es que no ha tenido una actitud de venganza con quienes lo intentaron destruir.
Me parece que él toma de manera muy personal las diferencias con la gente que alguna vez fue cercana. Las diferencias con los que no lo apoyaron creo que no le afectan, y le es más fácil conversar con ellos. Yo pienso que a pesar de la ruptura con la izquierda nunca debió haber dejado de conversar con ellos.
-A tu padre lo sacaron de su puesto a los dos días de tu renuncia. Eso no es coincidencia, ¿no?
Es demasiada coincidencia. Yo no lo he querido tomar de manera personal para que no me afecte y no deteriorar más la relación. A él lo convocó Walter Albán porque habían trabajado juntos en diferentes lugares. Él sabía que con Urresti  saldría, y seguramente hubiera renunciado en los siguientes días.
-¿Cómo lo ha tomado tu papá?
Él se ha sentido maltratado varias veces por el partido. Fue miembro de la comisión política y dirigió la comisión de plan de gobierno en otro momento, y no ha tenido ni una sola reunión con Ollanta y con Nadine desde que arrancó el Gobierno.
“Me gustaría que se forme un frente amplio y progresista que integre a liberales honestos”
-¿Piensas volver a postular al Congreso?
Estoy evaluándolo, no lo descarto. Aunque también está la posibilidad de no hacerlo. Abugattas lo dice en una entrevista: “Tejada es el único que no sale del partido por un cálculo político”. Si yo me mantenía calladito sin expresar mis discrepancias, seguramente hubiera tenido los mejores números en la lista para ser reelegido. No quiero tocar las puertas de un partido para formar parte de una lista, pero sí me gustaría que se forme un frente bastante amplio de partidos progresistas de izquierda, que incluso integre a algunos liberales honestos. Ahí si me sentiría cómodo.
-¿Es el Frente Amplio el espacio, o tendría que ser más amplio?
Ahora el Frente Amplio es básicamente Tierra y Libertad. Ciudadanos por el Cambio ya no está. El espacio tiene que ser mucho más amplio. En el Congreso la bancada de Acción Popular- Frente Amplio se debería unir a Dignidad y Democracia, y ahí podríamos entrar los independientes.
-¿Por qué liberales aceptarían un estado interventor y ciertas regulaciones económicas?
Lo que pasa es que aquí los liberales son muy ortodoxos. Se han quedado con Friedrich von Hayec y no ven más allá. Pero hay un sector que tiene posiciones más keynesianas y que ven con simpatía a Stiglitz o a Piketty. Por ejemplo, el grupo que está formando Julio Guzmán, que fue viceministro, tiene una posición liberal progresista en cuanto a la participación del Estado y el ejercicio de derechos.
-Ahora que las elecciones se acercan, ¿quiénes te parecen interesantes para el 2016?
Creo que tiene que haber un protagonismo de las nuevas generaciones. Está Julio Arbizu, Verónika Mendoza. Es una generación que puede liderar un recambio que esté por encima de todos los pleitos de la izquierda. No veo todavía una cabeza y se requieren figuras conocidas. No sé si va a funcionar el outsider puro o una especie de insider crítico.
El mundo ‘subte’
-Vamos a finalizar, saliéndonos de los temas políticos. ¿Cómo defines al punk rock?
Es música con mucha energía, con guitarra distorsionada, contestataria. A mí me mueve un montón. Toco en mi casa. El cantante de Tiempo Fuera, la penúltima banda en la que toqué, vive en Estados Unidos y viene cada diciembre. Con él toqué en el centro de Lima.
-¿El mundo ‘subte’ es tan complicado como la política?
Para nada. Es muy independiente, muy libre. Y eso es bonito porque está desligado de las tensiones del poder que existen en las bandas vinculadas a las grandes disqueras.

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